Hace unos días se cumplió el 14 aniversario de la muerte de Mariana Páez, una guerrillera del Frente Antonio Nariño de las Farc. De acuerdo con la versión de los sobrevivientes de la operación, se presume que fue ejecutada tras haber sido capturada viva. Antes de su ingreso había sido funcionaria bancaria y obtenido el título de Ingeniera de alimentos. Desde muy pequeña, cuando la creación del barrio Policarpa, se había hecho revolucionaria, del partido Comunista.
El país conoció de ella durante los diálogos de paz del Caguán, en los que tomó parte en la Comisión Temática. Un personaje y una mujer digna de admiración. En su memoria, firmado el Acuerdo de Paz de La Habana, la zona veredal y luego el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación que se asentó en la zona rural de Mesetas, Meta, fue bautizado con su nombre por decisión unánime de todos los excombatientes del Bloque Oriental que se ubicaron allí.
Uno de los primeros dirigentes de ese Espacio, Rodolfo Fierro, un hombre de calidades humanas extraordinarias, durante la guerra jefe de una de las compañías de la guardia personal de Manuel Marulanda Vélez, fue asesinado una noche por dos pistoleros que incursionaron hasta su habitación. Luego, gracias a las habilidades investigativas del fiscal Mario Burgos, se pudo conocer que los sicarios habían sido contratados por otros miembros de la dirección del mismo espacio.
Todo indica que los implicados trabajaban con la disidencia y que se hallaban envueltos en negocios de drogas, involucrando incluso vehículos de la UNP. Por ese crimen fueron capturados siete u ocho personas, varios de ellos exguerrilleros. Como en Colombia la justicia es un decir, con el paso de los meses la mayoría de ellos fue obteniendo su libertad por cuenta del vencimiento de términos, pese a que uno de los sicarios había confesado la verdad. Hoy es el único condenado.
Al sur de Mesetas hubo otro punto de reincorporación, en la vereda la Pista, del municipio de Uribe, fundado e impulsado por otro antiguo mando guerrillero, Albeiro Porras, una tromba de energía que en poco tiempo emprendió con sus antiguos camaradas proyectos productivos importantes. Un buen día fue citado por miembros de la disidencia en el río Guayabero, donde fue asesinado, con uno de sus escoltas, excombatiente también, sin fórmula alguna de juicio.
Otro punto de reincorporación, en la vereda El Diamante, tuvo que ser abandonado a toda prisa por cuenta de los emplazamientos, con amenaza de muerte, que esa misma disidencia lanzó contra sus integrantes. La zona de Mesetas y Uribe, municipios que hicieron parte de la zona de distensión del Caguán, fue el área de operaciones del Frente 40 de las Farc. Este, como la inmensa mayoría de los frentes del Bloque Oriental, firmó el Acuerdo de Paz y cumplió sagradamente su palabra.
________________________________________________________________________________
Ni siquiera Iván Mordisco o el finado Gentil Duarte, fueron capaces de exhibir un argumento medianamente válido, que justifique que hayan continuado en armas tras el Acuerdo de Paz
________________________________________________________________________________
Hasta el día de hoy, nadie, ni siquiera Iván Mordisco o el finado Gentil Duarte, fueron capaces de exhibir un argumento medianamente válido, que justifique que hayan continuado en armas tras el Acuerdo de Paz. Su discurso se limita a repetir que son los continuadores legítimos de las ideas de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, que no están de acuerdo con los traidores que entregaron las armas y que su objetivo es cumplir el Plan Estratégico de las Farc.
Ajenos por completo a la realidad, que pone de relieve hoy la insensatez de la lucha armada en Colombia. Las Farc-EP no firmaron el Acuerdo porque estuvieran vencidas o por inconsecuencia con sus planteamientos. A sus 53 años de lucha a muerte maduraron la experiencia suficiente para comprender que la guerra ya no era el camino, que los cambios llegarían de otro modo. Era el momento para la lucha en la calle y las urnas, como lo demostraron los hechos.
Hoy conocemos que esa disidencia obliga al desplazamiento de 200 familias del ETCR Mariana Páez. Excombatientes, mujeres y hombres, con niños de brazos, adultos mayores y un drama angustioso. Se tienen que ir so pena de muerte. Un absurdo, muy propio de la arrogante ignorancia de quienes, sin saber qué significa eso, se llaman a sí mismos revolucionarios. Comunes es partido de gobierno, pero ni siquiera eso basta, su soledad sigue siendo amargamente dolorosa.
Además de vivir con la cabeza hundida entre la arena, la conducta de esas disidencias, que hoy se hacen llamar Estado Mayor Central, se ha reiterado vergonzosa y criminal. El gobierno de Petro recién las elevó a organización política, firmando con ellas un cese al fuego. Se entiende, dada la antipatía histórica hacia las Farc y el partido nacido del Acuerdo de Paz. Todo lo que pueda recordarlos se desprecia, basta con leer la agenda firmada con el ELN.
Alguien, arriba, debería hacer algo, que de verdad sirva. Nos siguen matando, que todo sea por la paz total. Qué ironía, Mariana.