Este año, al igual que todos los años, las redes se llenan de empalagosos vídeos e imágenes sobre la labor docente. Sin embargo, ya cansa escuchar en el Día del Maestro una eterna retahíla de alabanzas por parte del gobierno y de políticos que tienen el buen detalle de mandar alguna que otra carta o comunicado reconociendo la labor.
Y la verdad que esto aburre, sobre todo a los maestros, pues son ellos los que tienen que padecer la hipocresía de los gobiernos que sistemáticamente, en contubernio con el periodismo vendido, han maltratado de todas las formas posibles a las personas que se dedican a la noble labor de tratar de enseñar.
Ahora el maestro es el malo del paseo para el común de la gente y esto es debido los poderes mediáticos han infantilizado al común de la gente.
En el pasado, solo los niños tenían cierto resentimiento contra los docentes, como es de esperarse el maestro es el que te dice que se acabó el recreo, que dejes de brincar, que dejes de comer, que te sientes, que hagas silencio y pongas atención. A ningún niño le gusta esto, lo cual es lógico, pues solo piensan en términos de gratificación sensorial.
Hoy, el común de la gente ha sido reducida a un estado mental que es el propio de un niño y por eso el común de la gente ve a los docentes como villanos o al menos no hay ningún aprecio por esta profesión.
A lo máximo que llega el juicio a los docentes es a validar si estos son capaces de “entretener” a sus estudiantes, lo cual es aceptable si este juicio proviene de unos niños o incluso de unos adolescentes. No obstante, la cosa es preocupante cuando tales parámetros son usados por el mismo gobierno a la vez que evalúa a las instituciones educativas con pruebas para nada entretenidas para luego decir cada año que los estudiantes están mal y obvio es por culpa de los maestros.
El hecho que más indignación provoca en el gremio docente de carrera pública es la forma que ha usado el gobierno para impedir un ascenso o mejora salarial. Es increíble y hasta risible que los docentes para ascender tienen que grabar un vídeo de sus clases y subirlo para que un supuesto grupo de expertos evalué si merecen o no ser ascendidos.
No importa que el docente tenga los títulos que tenga, no importa si tiene especializaciones, maestrías, doctorados, ni ningún curso de lo que sea, ni los años de experiencia que sea. No. Lo único que hace que un docente pueda ascender es un vídeo.
El gobierno autoriza a las universidades públicas y privadas a ofrecer especializaciones, maestrías, doctorados y demás para los docentes pero a la vez considera que haber cursado tales estudios no es evidencia de mejoramiento por parte del docente. La contradicción encarnada
¿A qué otro funcionario público de carrera se le evalúa así para ascender? Ni un juez de la república, ni un a un policía ni nada. Y qué decir de aquellos funcionarios que ocupan su cargo por “elección popular”, para ellos no hay ningún requisito de formación, solo ponerse al servicio de la maquinaria que los va a encaramar en la poltrona del poder
Esta medida heredada por el gobierno de Juan Manuel Santos no la ha desmontado el gobierno actual. Al fin y al cabo este gobierno es amanta de las cámaras y de los ridículos.
Lo peor de todo es que esta medida fue supuestamente pactada con el sindicato de docentes. La verdad es que cuando esta medida fue anunciada a los maestros del común, muchos se sintieron decepcionados y traicionados por el sindicato y se retiraron de este inmediatamente. Ya sabrá Dios o el diablo si las cúpulas sindicales se vendieron en esa negociación o no.
Entonces que toda la catajarria de alabanzas que se profiere en honor a los maestros deje de ser solo paja y que se traduzca en actos concretos y reales para mejorar no solo la condición de los maestros sino de todo el sistema educativo en general.
Medidas concretas como ascensos por titulación y años de servicio, y no por videítos ridículos evaluados de formas subjetivas por quien sabe quién. Y es que a los docentes les da rabia que muchas veces quienes los controlan (secretarios de educación, ministras vendepechugas, etcétera) sean personas con menos estudios que ellos y sin la más mínima experiencia en las aulas.
Medidas concretas como la reducción de estudiantes por aula. Que se acabe de una vez y para siempre la pedagogía de galpón. Hoy el promedio por aula es 40 estudiantes por aula, y en algunos casos se llega hasta los 55 estudiantes por aula. ¿En qué cabeza cabe la idea de que se puede dar algo de educación en esas condiciones?
Y por último, medidas concretas que se mejore de una vez y para siempre el peor sistema de salud de este país que es precisamente el que le ofrecen a los docentes y sus familias.
No es por nada que el gremio docente es de los que más enfermos se mantienen, incluso a nivel de salud mental. Un docente mal pagado, despreciado y atiborrado de trabajo y de estudiantes por atender es muy poco probable que tenga una buena salud. Entonces, infeliz Día del Maestro.