Alicia Villa se sorprendió cuando le dijeron que a partir de ahora tendría que llegar puntual a la misa del domingo si no quería quedarse afuera. Por órdenes del obispo, se cerrarían las puertas por seguridad, a raíz de los tiroteos de los últimos años en centros de culto, el último, el 1 de abril en una sinagoga en Powey, California. Esta nativa de la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, poco sospechaba que le tocaría vivir una tragedia similar este sábado por la mañana, cuando acudió al centro comercial Cielo Vista de su ciudad para cambiar el aceite del coche.
“Fui a tomar un café al McDonalds que está enfrente de Wallmart”, explica por teléfono esta ciudadana americana de 74 años. “Iba caminando hacia allí pero no avancé ni cinco pies (unos dos metros) cuando vi a una señora y unos niños corriendo. Pregunté a unos trabajadores de Wallmart y me dijeron que saliéramos porque alguien estaba disparando”, explica a Público, con tono tranquilo y un español oxidado. “Cuando dijeron eso, oí cuatro o cinco balazos”, añade.
A las 10:30 de la mañana, Patrick Crusius, un texano de 21 años, irrumpió en el supermercado armado con un rifle AK-47 y comenzó a disparar indiscriminadamente, causando al menos 20 muertos y 26 heridos. Procedía de la ciudad de Dallas, a 9 horas y media en coche de ese punto de la frontera con México.
Unos veinte minutos antes de la masacre, el atacante presuntamente publicó un manifiesto en el que explicaba que la incompetencia del partido Republicano y Demócrata le había llevado a tomar la justicia por su mano para terminar con la “invasión de los hispanos en Texas”: “Ellos son los instigadores, no yo. Yo simplemente estoy defendiendo mi país de una invasión que llevará un reemplazo cultural y étnico”, supuestamente explicaba Crusius en el documento de cuatro páginas.
Aún está por confirmar la autoría del escrito. De ser así, la de El Paso sería de una de las peores masacres del año en el país y la primera abiertamente dirigida contra la comunidad hispana. El fiscal federal del Distrito Occidental de Texas, John Bash, dijo que el tiroteo estaba siendo investigado como un caso de terrorismo interno y que estaban analizando la posibilidad de imputar al agresor un delito de crimen de odio con pena capital.
“¡Qué pensamiento es ese!”, señala Alicia Villa, hija de mexicano y estadounidense; “nosotros somos de aquí, esta nuestra tierra porque Texas antes era de México. Son ellos los que sus antecesores vinieron de Europa”, responde, enojada, a los argumentos del presunto asesino. Esta americana tiene claro a quién se debe girar el ventilador de las responsabilidades en esta masacre: “Esto es culpa de él (Donald Trump)”, dice sin titubeos.
Discurso traducido en hechos
El estereotipo del inmigrante latinoamericano como invasor de Estados Unidos no es nuevo. Pero Donald Trump, con su discurso centrado en el combate a la inmigración de latinoamericanos indocumentados, lo ha blanqueado, coinciden expertos. A ello, se le suma el desarrollo de la ideología del nacionalismo blanco.
“Es un fenómeno más reciente, tendrá unos cuatro o seis años. Copian el discurso de Europa de que hay una amenaza civilizacional del islam”, explica el profesor asociado de la Universidad Americana de Washington D.C., Ernesto Castañeda. “Hay algo similar en Estados Unidos con que la cultura blanca estadounidense está amenazada mortalmente por el creciente número de latinos”, continua este sociólogo experto en inmigración.
Estas ideas resuenan en el documento que Patrick Crusius presuntamente publicó antes del tiroteo en 8chan, un sitio web en el que usuarios anónimos intercambian mensajes racistas y extremistas. “Analizamos un foro de discusión en línea y vimos que hablaban de una manera muy específica de la amenaza latina. Estaban creando una ideología del nacionalismo blanco, que no es racismo”, explica el experto. Las ideas más recurrentes de este pensamiento es que hay que defender a la raza blanca de la amenaza externa y preservar su pureza. Como dice Castañeda, si bien no todos los blancos americanos apoyan este discurso — de hecho, son una minoría — la mayoría de supremacistas blancos sí se sienten representados por Donald Trump.
En 2018, las 30 ciudades americanas más grandes registraron un aumento del 9% de los crímenes de odio, con 2.009 delitos, el máximo en la última década. Según un estudio del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad del Estado de California, Estados Unidos lleva cinco años consecutivos con aumentos de este tipo de delitos. “El nacionalismo blanco/extrema derecha continua siendo el más ascendente”, afirma el estudio.
En junio de este año, ante el Congreso de los Estados Unidos, el director de la División Antiterrorista del FBI, Michael C. McGarrity, afirmaba que dentro de los casos de terrorismo doméstico de los últimos años, los cometidos por motivos raciales fueron los más letales, “y el FBI considera que la amenaza de la violencia y la letalidad de los extremistas violentos por motivos raciales continuará”, afirmó.
Con ello, el terrorismo consigue su objetivo: sembrar terror, en este caso, entre la comunidad de inmigrantes en Estados Unidos. Yolanda Leyva, directora del Departamento de Historia de la Universidad de Texas, nació en Ciudad Juárez, la ciudad mexicana que hace frontera El Paso, donde reside. A pesar de tener la ciudadanía estadounidense, dice que en el contexto actual ya no se fía de nada: “Cuando era adolescente y hablaba de justicia social, mi mamá me decía que no dijera nada porque me iban a deportar”, explica, en entrevista telefónica. “No le creí nada, pero ahora que Trump dice todo esto, tengo miedo de que me la quiten (la ciudadanía)”, confiesa.
'Quieren matar a los mexicanos'
La profesora Leyva cuenta que estaba con su nieto de 14 años el sábado por la mañana, cuando se enteró de lo sucedido en el centro comercial. “Cuando le dije a mi nieto que estaban balaceando en Wallmart, me dijo, sin saber nada: ‘creo que quieren matar mexicanos’”, explica, aún sorprendida.
El supermercado del centro comercial Cielo Vista es conocido porque, al quedar cerca de los puentes que unen El Paso con Ciudad Juárez, muchos mexicanos cruzan la frontera para hacer las compras. Esto es lo que le pasó con una de los siete ciudadanos de México que murieron en el ataque, según reportan medios nacionales.
El secretario de Relaciones Exteriores de México dijo este domingo que el país considera la masacre como un acto de terrorismo y que, si así lo decide el Fiscal General de la República, denunciarán al responsable u responsables por ese delito y pedirán su extradición. “Que yo sepa, sería la primera demanda de esta naturaleza en la historia”, declaró ante los medios. El titular de Exteriores también manifestó su interés por descubrir cómo el asesino consiguió el arma del crimen.
El presidente Donald Trump reconoció ante la prensa que “hay mucho por hacer aún”, no sólo en control de armas sino en el tratamiento de trastornos mentales de sus connacionales. Las declaraciones vinieron después de que trece horas a la matanza en Texas, le siguiera otro tiroteo en Ohio que se saldó con nueve muertos, con trece horas de diferencia entre ambos. Ni en su cuenta de Twitter ni en sus declaraciones hizo referencia a conflicto migratorio.
Según el censo de Estados Unidos, un 83% de la población de El Paso es hispana o latina, pero a pesar de ello, Alicia Villa afirma que siempre ha habido discriminación, a pesar de ser una de las ciudades más seguras del país. “Yo no he sufrido”, asegura, “o quizás sí, pero a mí no me importa. Yo soy de aquí”.
*Artículo originalmente publicado en Público.es con el título "La inevitable sombra de Donald Trump y su discurso del odio en la masacre de El Paso"