A raíz de los frecuentes actos de corrupción en que incurren muchos políticos, algunos seguidores suyos, tratando de justificarlos, manifiestan que no importa, que al fin de cuentas la política es sucia.
¿Será cierto que lo es? Porque si lo fuera, ¿qué hace que algunas personas honestas la practiquen? ¿Será que lo son, pero no mucho? ¿O será que son cristales impolutos a través de los cuales puede pasar toda inmundicia sin mancharlos ni romperlos y ni siquiera contaminarlos?
Pues no, la política no es sucia. La política es el acervo ideológico que una clase social convierte en acción con el fin de preservar el poder o conquistarlo, y hacer con él que prevalezcan sus correspondientes intereses.
Por lo que hace a los partidos de los trabajadores y capas sociales que les son afines, esas acciones están orientadas por la idea de construir una sociedad que supere todo lo ruin y maltrecho de las anteriores.
Tal objetivo debe conllevar para sus protagonistas la obligación de hacer de su vida pública un continuo de prácticas claras y transparentes, inspiradas en principios éticos y alejadas de truculencias tradicionales tan abyectas como la compra de votos, la demagogia, el clientelismo y, en definitiva, el engaño al elector.
Hay, sin embargo, no pocas personas a quienes les parecen irrelevantes todos esos aspectos de la mala política, y creen que lo importante es llegar al poder, no interesa cómo.
Lo grave es que las haya también entre quienes pontifican acerca de la necesidad de erradicar las formas corruptas de hacer política, comenzando por la vieja tesis maquiavélica según la cual el fin justifica los medios.
¿Que llegan a comprar votos? No importa, con tal de no ser nosotros los que los compremos. ¿Que si ganamos la anhelada curul será con votos mal habidos? No importa, con tal de estar logrando el sueño de ser poder.
¿Que a la curul llegue el que los compra? No importa, con tal que engrose la bancada que necesitamos para sacar adelante nuestro programa.
¿Qué tal persona pueda ser un nuevo ejemplo de deslealtad? No importa, cualquier babosada nos inventaremos con tal de evitar que este nuevo proceso unitario resulte lastimado con una nueva derrota, producto de haber dejado la toma de decisiones en manos de los amigos de viejas formas de hacer política.