¿Sería mucho soñar? Se ha pasado la euforia de las campañas presidenciales en el primer semestre del año, y confieso que, a pesar de no estar conforme con muchas de las políticas del actual gobierno, la ambición de ser “el país más educado de América Latina en el 2025” causó cierta afinidad al actual gobierno, en detrimento a la otra opción política de segunda vuelta.
En medio de la discusión sobre la educación que va desde los resultados de las pruebas Pisa y la calidad organizacional, docente y discente del sistema en boca de la oposición; y por el otro lado, de la ampliación de la cobertura, de recursos y de justificativas a los escandalosos resultados Pisa argumentando que hacen parte de una evaluación que viene de hace varios años y de que nos estamos comparando con los mejores; bien haría en forma colocar, más una vez, el tema de ciencia y tecnología en el encuadramiento de la educación.
Veía la vez pasada sobre el buen momento del deporte en Colombia y la sugerencia de por qué no crear un Ministerio del Deporte; surgiendo otro cuestionamiento: ¿Qué tan lejos está un Ministerio de Ciencia? Espero que en ese ámbito no seamos juzgados por inducir más burocracia y clientelismo.
Desde su fundación hace casi medio siglo, y de ser decretado en el año de 2009 como Departamento Administrativo, Colciencias ha sido la abanderada de las actividades asociadas a Ciencia, Tecnología e Innovación, y son muchos los avances y reconocimientos, pero también las críticas y limitantes. No es secreto que en medio de tantos problemas nacionales, ciencia no es vista (erróneamente) como prioridad.
No es algo nuevo, existieron y existen muchos personajes de la vida pública que han susurrado en los oídos de cuantos gobernantes han pasado por la Casa de Nariño, pero hay que ser persistentes en esta iniciativa, así como se es persistente en los estudios investigativos de campo y laboratorios para encontrar respuestas y más preguntas a tantas hipótesis. Cuántos niños, niñas y jóvenes colombianos y colombianas podrían ser los futuros Llinás, Yunis, Patarroyo, Jadad, y tantos otros que me tendrán que excusar al no mencionarlos. Bien haría retomar, acrecentar y adaptar a los nuevos tiempos, las discusiones levantadas por la “Misión de los Sabios” 20 años atrás, así como destinar un porcentaje serio del PIB nacional a Ciencia y Tecnología y que el Ministerio creado sea el articulador de las políticas nacionales de ciencia al servicio del desarrollo regional económico y social del país. Desarrollo regional, ese enfoque es otro de los apuntes que puede ser ampliamente discutido al referirse a ciencia y tecnología.
Con la ambición de que con ser “el país más educado de América Latina en el 2025” no le demos argumentos al admirable y apreciable Dr. Llinás cuando manifiesta que “Colombia tiene mejor tierra que gente”.
@CMDonadoPestana
