Mucha suspicacia ha levantado el nombramiento (por invitación directa de Daniel Quintero) de Juan Carlos Vélez como coordinador de su empalme en seguridad. Nombramiento que no anticipa a Vélez como eventual secretario de seguridad, pero que sí evidencia el talante (mano dura) que Quintero buscará imprimirle a esa cartera. Tras la publicación de la “chiva” en el portal La Silla Paisa el pasado fin de semana se levantó un enorme polvorín de confusión en redes sociales. Esa decisión no cayó bien en muchos de los electores de Quintero y generó cierto malestar en integrantes de su equipo. Aunque va en la línea de acabar con la polarización, escuchar múltiples voces e integrar a todos los sectores a su visión de ciudad, si resulta algo chocante porque Vélez no es percibido por el grueso de la opinión pública como un experto en temas de seguridad. Será recordado (es inevitable) como el artífice de la “campaña más barata de la historia” y quien logró sobre la base de falacias, engaños y mentiras, que la gente saliera a votar “verraca” en el plebiscito del 2 de octubre de 2016.
A pesar de que la postura de Quintero de bajarle el tono a la polarización resulta necesaria, el alcalde electo no puede pretender que de la noche a la mañana sus electores o los sectores políticos con los cuales ya armó una rápida gobernabilidad en el Concejo (incluyendo al movimiento político de mujeres Estamos Listas, Alianza Verde o Todos Juntos) cierren filas en torno a sus propuestas (se quedó prácticamente solo en su descabellada idea de constituyente) o se deban tragar esos “sapos” sin ejercer el control que legalmente deben ejercer; tampoco puede pasar por alto que en la base electoral que lo llevó a la alcaldía persiste mucho antiuribismo (voy a votar por Quintero para que no llegue Ramos, me solía decir mucha gente) y eso se torna evidente al leer muchos de los comentarios en Twitter tras el destape del importante papel que le otorgó a Vélez en su empale.
Sobre Quintero hay más incertidumbre que certeza. Sin posesionarse ya ha dado ciertos pasos en falso y se percibe que su administración será muy mediática (Fico Style) en clave de continuar promoviendo su posicionamiento como dirigente nacional (ya ha manifestado que quiere elevar a Independientes a movimiento político nacional). Su imagen de independiente progresivamente se va desgastando y tiene sentido porque en su empalme han aterrizado personajes como Gabriel Jaime Rico (de la cuerda de Vargas Lleras y enlodado por un entramado de corrupción cuando gerenció Plaza Mayor), el mismo Juan Carlos Vélez (cercano a tendencias del partido conservador) y no se puede obviar que Aníbal Gaviria (a quien cuestionaba públicamente en tarima al tildarlo de “privatizador”) se volcó con toda su estructura en Medellín a su campaña y eso sí nunca lo trinó o compartió en redes antes del 27 de octubre.
Asimismo, en su discurso de victoria subió a la tarima a un político muy tradicional y partidista, al senador liberal Iván Darío Agudelo, el mismo que buscará ser reelegido en el Senado en 2022 y que necesita montar su propia estructura porque ya partió cobijas con el cuestionado grupo liberal de la Universidad de Medellín. ¿Cuál será el papel de Agudelo en la alcaldía de Quintero?, ¿Daniel Quintero será funcional a sus intereses burocráticos? A Agudelo no le fue muy bien en las últimas elecciones en Medellín ya que su ficha al Concejo se quemó con 8.322 votos, pero en los mentideros políticos de la ciudad se rumora que dada su cercanía con Quintero será uno de los principales favorecidos en términos burocráticos. ¿Qué tan cierto hay en esa afirmación? Eso sí depende de analizar el perfil de los nombrados en propiedad en las Secretarías y entidades como el Área Metropolitana que son tradicionales fortines que ponen muchos votos en elecciones legislativas (actualmente el Área está en cabeza del exsenador Eugenio Prieto lo que ha permitido el crecimiento electoral de su tendencia liberal en Medellín).
Si queda claro que una cosa es la campaña y otra el ejercicio del poder. En tiempo de campaña la estrategia consistió en reforzar el perfil público de Quintero como un independiente distante a los partidos, remover emociones al conectar con la conmovedora historia de vida de un joven que de la pobreza se levantó al éxito empresarial; y, mantener a raya a los políticos. Por eso, el respaldo de Aníbal Gaviria (que llegó a la Gobernación apoyado por toda la clase política tradicional) fue más bien por la puerta de atrás y sin fotografía. Ahora, en la composición del gabinete (con la antesala de un empalme muy mediado por la presencia de ciertos políticos, el empresariado y los gremios) se va decantando su grado de independencia. Con la elección de Vélez (y su criticada idea de constituyente) parece que a Quintero poco le importa asumir un alto costo en términos de opinión muy a pesar que su llegada a la alcaldía se la debe en gran medida a la opinión. Aunque tiene un arranque con cierta polémica ya en el ejercicio del cargo podremos saber en que reside su cacareada “independencia”.
