Quáker (ahora propiedad de Pepsi) se asustó porque alguien dijo por ahí: Aunt Jemima es una marca racista porque su símbolo es una negra. Y entonces decidió apresuradamente cambiar el nombre y el símbolo de la marca. Gravísimo error publicitario.
Eliminar a la Tía Jemima (Aunt Jemima) como marca y como personaje en todo su brand mix (portafolio de productos, cajas, frascos, envases, etcétera) desde el punto de vista publicitario lo que logra es duplicar su error.
La estrategia correcta era haber generado una campaña publicitaria de reposicionamiento de la marca, rodeando la Tía Jemima de un aura de amor y sabiduría en la buena cocina y mesa. A la larga, convertirla en la reina que los súbditos de los ricos sabores respetan y aman por sus dotes y talento culinario.
Pero en lugar de eso, ¿qué hicieron? Fueron doblemente racistas porque, dicho en términos de vulgo-popular, "eliminaron a la negra", que es justamente la característica negativa del racismo puro y duro.
Una marca de estas no puede cometer estos errores de mix y psicopublicidad, especialmente con un personaje que lleva más de ciento treinta años en el mercado. Eliminarla va afectar su percepción sensorial y por ende, su top of mind.
Además, creará confusión, porque así le pongan ahora un unicornio al producto y lo renombren, el consumidor seguirá viendo subliminalmente a la querida y simpática Aunt Jemima; pero habrá duda de si organolépticamente (su composición, receta e ingredientes) es exactamente el mismo que las generaciones se han pasado de mano en mano y de boca en boca por más de cientro treinta años.
Lo que hicieron es el equivalente a que a la Coca-Cola le cambien el líquido negro que tiene desde hace cien años y lo reemplacen por uno cristalino y la renombren como Cristal-Cola. A los consumidores no les va a gustar y los alejará.
¡Grave error!