Desde hace 20 años Enrique Peñalosa Londoño, uno de los delfines más representativos de nuestra política, ha librado una verdadera cruzada por sepultar a cualquier precio la primera línea del Metro de Bogotá. Este empeño, sería una quijotada en algún país normal, pero en Colombia, el muy artero se ha salido con la suya.
Lo de esta semana solo sorprende a los groupie se comieron el cuento del metro elevado por la Caracas. Cualquiera que analice la trayectoria política y urbanística de Peñalosa, se puede dar cuenta de que el cuento del metro elevado era un mera promesa electorera, sin la cual no habría podido ganar la alcaldía.
El señor Peñalosa, aparte de participar en cada campaña electoral que se abre en Colombia, tiene una sólida carrera como consultor internacional en temas urbanos. ¿Cuáles temas urbano se preguntará alguno de sus fans? Pues en buses, más exactamente en sistemas BRT (Bus Rapid Transit en inglés) y ciclorutas. La plataforma para esta fulgurante carrera profesional es el ITDP, un instituto con sede en Nueva York que entre otras curiosidades, es presidido por nuestro alcalde electo.
No resulta sorprendente, entonces, que el señor Peñalosa continúe con su trabajo de promoción de sistemas de buses ahora que ha ganado la alcaldía. ¿Qué mejor forma de promover los buses, que sepultando el proyecto del metro? Desde la semana pasada, cuando nombró a Óscar Díaz como encargado de los temas de movilidad, el alcalde electo dejó clara cuál es su prioridad: Transmilenio. El señor Díaz trabajó como asesor de Peñalosa en la Universidad de Nueva York y, por supuesto, también trabajó en el mentado ITDP, o sea es un experto internacional en venderle sistemas de buses a países en vías de desarrollo. ¿Se puede más claro?
Odio decir 'se los dije', pero la lamentable noticia de la suspensión del metro solo refleja la mezquindad de los políticos colombianos. Con tal de atender su agenda política, son capaces de tirar a la basura el dinero y la esperanza de millones. Siempre puede más su vanidad.