Pocas cosas más complejas que predecir, y sobretodo predecir el futuro, como en su día observaba un gracioso. Pero durante la cuarentena, es inevitable especular sobre la conveniencia de hacer varios cambios, muchos de los cuales lamentablemente nunca se darán:
- ¿Será que nos damos cuenta de la enorme importancia que tiene el afianzar y consolidar nuestra cadena y seguridad alimentaria? Para lograr estos objetivos es indispensable concentrarnos en las vías terciarias y ampliar la frontera agrícola. No podemos ignorar que en las crisis, lo primero que los países cierran es la exportación de comida.
- ¿Será que nos damos cuenta (y por supuesto cambiamos) el absurdo que en Colombia hay más celulares que personas (65MM de celulares contra 50MM de. Personas), pero que todavía, en adición al trauma de la Covid-19, hay colombianos que se van a acostar con hambre? Pero mientras que no fortalezcamos la cadena agropecuaria y afiancemos la seguridad alimentaria, no creo que jamás lograremos alcanzar esa meta.
- ¿Será que nos damos cuenta que para fortalecer la cadena agropecuaria y para respaldar la producción nacional el gobierno debe exigir que a todo producto se le debe colocar en letra grande y notoria el origen y porcentaje de cada uno de los ingredientes?
- Colombia dio un salto importante en los ultimos dos años que le permitirá aumentar 50 veces su capacidad instalada de energías renovables como la solar y la eólica, pasando de menos de 50 MW en 2018 a 2.500 MW en 2022. Pero es necesario hacer más, mucho más. Países como el Reino Unido van a prohibir el uso de combustibles líquidos en 15 años. El país, al tener muchas más fuentes de energías renovables como la solar, igualmente podría plantearse alcanzar, y aún mejorar, las metas del Reino Unido y otros países europeos. El precio de no poder disfrutar de un amanecer o ver un atardecer porque la polución no lo permite; o de no oir a un pájaro cantar porque ya todos están muertos por culpa de los combustibles fósiles, es algo que los ciudadanos ni vamos ni tenemos que seguir aceptando. Este cambio de abandonar en 15 años o menos el uso de los combustibles , es algo que los ciudadanos tenemos todo el derecho, por no decir la obligación, de exigir.
- ¿Será que nos damos cuenta de que no es absolutamente necesario el desplazamiento de gente a sus trabajos o estudios? Hay centenares de miles de empleos y de carreras y otros estudios que perfectamente se pueden, por lo menos de manera parcial, adelantar es en casa. El poder dejar de desplazarse dos días a la semana y no utilizar los medios de transporte, públicos y privados, puede llegar a reducir la contaminación en un treinta por ciento. Para el caso de Bogotá, esto equivale a tener 100 días sin carro, 50 veces el número de los dos días que la Alcaldesa tiene en mente.
- ¿Será que nos damos cuenta de la cantidad de cosas que ni nos sirven y que no necesitamos y será que simultáneamente nos damos cuenta que lo que realmente nos sirve y necesitamos son la familia y los amigos, no los chiros y las gadget?
- ¿Será que nos damos cuenta lo horrible que es estar confinado y le ponemos fin de una vez por todas a los confinamientos de los animales, llámense zoológicos, acuarios o aviarios?
- ¿Será que finalmente se les va a exigir a los que ejercen cargos públicos total claridad en sus cuentas patrimoniales y absoluta transparencia en sus récords médicos?
- Lamentablemente, de lo que estoy seguro no va a cambiar es la voracidad fiscal del Estado y el irreprimible deseo de los altos burócratas de controlar todo. Seguiremos dándole a los políticos y altos burócratas dádivas, prebendas, protección y apoyo sin límite que, en realidad ni necesitan ni merecen.