Algunos dicen que los medios de comunicación son el cuarto poder, otros dicen que deberían funcionar como un contrapoder. La escena reciente en la que varios medios cortaron un discurso de Trump, por manifestaciones tendenciosas y sin pruebas, genera varios cuestionamientos. Acá se proponen dos hipótesis.
Una primera hipótesis podría apuntar a que algunas personas en los medios de comunicación actuaron de manera racional, dicho en términos platónicos el poder se debe subordinar a la razón. Si fuera así, el análisis apuntaría a que no se justificaba mantener al aire tantas mentiras juntas o comentarios tendenciosos que, como decimos en Colombia, terminarían siendo incendiarios.
Otra hipótesis, más viable para quienes estamos acostumbrados a ver los medios de comunicación arrodillados frente al poder, es que al sentir cercana la victoria de Biden, los representantes de los medios empiezan a tomar precauciones para no agraviar a quien será el nuevo “jefe”.
La pregunta “automática” que muchos colombianos se hacen es ¿por qué en los medios colombianos no hay personas con la tenacidad para parar una interlocución absurda, tendenciosa, sin pruebas, incendiaria, como muchas que se transmiten a diario?
Otra pregunta, un poco más elaborada, podría apuntar al papel de los medios de comunicación para “educar” o ensanchar la capacidad de razonamiento de la sociedad en general, en lugar de desinformar o mantener discursos superficiales que mantienen y/o promueven el caudillismo o el liderazgo carismático, en términos de Weber.
Los medios de comunicación no están obligados a fortalecer la democracia, se supone que pueden actuar más libremente en una estructura democrática, pero en Colombia vale la pena cuestionar su papel y exigirles que no traten a los ciudadanos como imbéciles.
