Retador, pendenciero y provocador. Como rufiancillo de barrio, Gustavo Petro no ocultó su malestar e ira ante la derrota de la que fue objeto por parte de Iván Duque. Advirtió que hará oposición desde el Senado y desde la calle, dando a entender con ello que seguirá desempeñando el papel protagónico, del nuevo mesías, que según él, necesita Colombia.
Su embrujo dialéctico y fuerza populista son sus mejores aliados, así como la seducción de las masas, en su mayoría fanáticos, fundamentalistas y dogmáticos, convencidos de los ideales “justicieros de las izquierdas desafiantes, del concepto libertario, democrático idílico y racional de un verdadero Meta Estado; donde los axiomas sagrados fueron cuestionados y despedazados por jóvenes víctimas del sarpullido comunista, de ateos o intelectuales arrogantes, librepensadores errados, frustrados e irresponsables, o practicantes convencidos de la bondad de la forma de gobierno totalitarista.
Esa gran masa queda ahí, rugiente y amenazante, como formidables proyectiles o armas de artillería, hábilmente conducidas por el gran sofista Gustavo, quien la lanzará a los paros, protestas, huelgas y cuanta situación de anarquía se genere. Será una verdadera pesadilla para Duque, recurriendo a la desinformación y la mentira, a la calumnia si es preciso, contando con el brazo político y armado, y con la buena fortuna que estrenará el estatuto de la oposición, que le permitirá atacar inclemente e impune. Se apropiara hábilmente de la propuesta anticorrupción, la cual fue aprobada por todos los partidos sin excepción, como caballito de batalla, para mantener viva la llama populista.
“Al Senado vamos a volver no a hacer lo que hicimos en el pasado, no a ver cómo se negocian los articulitos, sino para dirigirnos al país y recorrer las plazas públicas”, afirmó Petro; más claro no canta un gallo. Será la protesta vociferante, las turbas enfurecidas y la plaza pública, donde ejercerá la verdadera oposición, alienando más las gentes y exacerbándolas. Las situaciones de facto y violencia que se presenten con sus terribles consecuencias y víctimas serán echadas sobre el régimen.
Invitamos a abrir bien los ojos, a la cordura y la razón, ante el envanecido personaje, quien hará hasta lo imposible para que el gobierno de Duque fracase. Es la fuerza ciclópea y vesánica de la política perversa, a través de la historia y su transcurrir dialéctico, ocurrido ya en muchas naciones y culturas. ¡La pesadilla apenas comienza!