A pesar de su pérdida de hegemonía mundial, de que económicamente China la haya desplazado a un segundo lugar, de que Rusia y China en algunos aspectos la sobrepasen en temas militares, Estados Unidos continúa siendo —y lo será con Trump o con Biden en el tablero geopolítico internacional— una potencia determinadora de las grandes líneas económicas y políticas a nivel mundial de corte injerencista, intervencionista, imperialista y guerrerista, que considera a Latinoamérica su patio trasero, y cuyas relaciones son de dominación.
Biden pertenece al ala conservadora del partido demócrata, no fue en balde que las huestes dirigentes de ese partido hayan hecho lo posible por enredar el camino del ala radical, encabezada por Sanders, en la reciente campaña. Contrario a Biden, Sanders se ha declarado socialdemócrata, progresista, admirador de los sistemas políticos de los países nórdicos e impulsor de un Sistema Público Universal de salud en los EE. UU., entre otros. Nada de eso está en la mente ni de Biden ni en la de su vicepresidenta Kamala Harris.
Levemente, sin embargo, es posible discernir algunos matices, particularmente en la arena doméstica de los EE. UU., ante un posible gobierno de Biden con respecto a una reelección de Trump. De entrada, así como en Canadá no es lo mismo que gane las elecciones el partido conservador o el partido liberal, igual sucede en EE. UU., ante un gobierno republicano o demócrata. Son partidos realmente antípodas. Eso por sí solo, que, aunque no dice mucho es verdad, implica un cambio de cierta perspectiva y accionar político. En términos castizos, Biden es el menos peor.
Los Angeles Times (1) presenta un resumen de los planteamientos de Moody’s Analytics, firma que estudió comparativamente las plataformas económicas de los dos candidatos. En un extenso informe del que, subjetivamente, resaltamos solamente algunas conclusiones, la principal en el área económica, es que las políticas de Biden estimularían un mayor crecimiento económico interno y una distribución más justa de dichas ganancias. Frente a la política xenofóbica actual en EE. UU. y las relaciones con China, la firma muestra su preocupación por la continuación o intensificación de la campaña de Trump contra la inmigración y la prolongación de la guerra comercial con China, e incluso con sus propios aliados. Por tanto, las expectativas son que Biden revoque las restricciones a la inmigración, y ponga fin a las guerras comerciales.
Con relación al plan de salud Medicaid y el gasto social, exponen que Trump recortaría el gasto social del gobierno. Argumentan que seguiría presionando por los requisitos laborales para Medicaid, que se espera que reduzcan la inscripción en el programa entre los hogares de bajos ingresos, y reduciría el gasto en cupones de alimentos y Asistencia Temporal para Familias Necesitadas. De la orilla contraria, analizan que Biden ampliaría los subsidios fiscales para los planes de salud de la Ley de Cuidado de la Salud Asequible (ACA), al tiempo que expandiría Medicaid para los hogares de bajos ingresos.
En Foreign Affairs (2) se afirma que las prioridades nacionales de Biden deberían guiar su política exterior y que estas incluyen, la Salud Publica y la seguridad biológica, la seguridad medioambiental y energética, el crecimiento económico, la ciber protección, la innovación tecnológica y la inmigración. Advierten, que contrariamente a la política actual y ante las peligrosas epidemias virales anuales venideras, se debe colaborar con otros países para fortalecer la OMS, y alentar una acción colectiva contra el tráfico de especies salvajes. Igualmente mencionan la urgencia de sostener acciones internacionales contra el cambio climático y retornar a los acuerdos de Paris (COP). No sobra advertir que Trump ha retirado los fondos para la OMS, ha negado la existencia del cambio climático y sus alarmantes efectos contra la vida planetaria, y ha menospreciado la actual pandemia, a la que además considera un componente de la amenaza y el complot chino contra EE. UU.
En reciente análisis geopolítico de Celag (3), luego de presentar las dudas e inconsistencias en torno a las elecciones del 3 de noviembre en EE. UU., muestran algunas estadísticas sobre aprobación de gestión y preferencia electoral, y finalmente, enumeran lo que serían los elementos centrales de la Política hacia América Latina y el Caribe ante una reelección de Trump o ante una elección de Biden. Resulta evidente luego de esta exposición, que no habrá ningún cambio significativo en la política exterior estadounidense hacia América latina, si Biden gana estas elecciones.
Así las cosas, un triunfo de Biden no significa una luz de esperanza para Latinoamérica, ni para la amplia esfera de la llamada periferia o países del tercer mundo, eso es evidente.
- Michael Hiltzik. Columna: Biden vs Trump, ¿cuál es mejor para le economía, y para usted?
- Robert B. Zoellick. Columna: Las prioridades nacionales de Biden deberían guiar su política exterior.
- Romano y otros. Análisis geopolítico. Elecciones presidenciales en EE. UU.: tendencias e impacto en América Latina.