La música, al igual que las demás manifestaciones artísticas, es sin lugar a dudas un motor fundamental para potenciar el desarrollo humano de los pueblos y el bienestar de las comunidades. Así ha sido a lo largo de la historia, en el seno de todas las culturas la música. Las artes se constituyeron en un factor diferencial que incluso hoy nos permite reconocer las diversas tradiciones del mundo.
En Colombia, la música ha jugado un rol fundamental como manifestación artística de resistencia frente a los problemas de nuestras comunidades y en ese sentido representa un enorme factor de cohesión social. En Medellín, particularmente, la música ha contribuido con el salto cultural de una ciudad que ha logrado con tesón sobreponerse a la época de violencia. Alejo García, cantautor paisa, para referirse a ese cambio en nuestra ciudad, dice en una de sus canciones: "Ciudad de la alegría donde la muerte se hizo risa”. Esa risa se la debemos fundamentalmente al arte y a la cultura, en mi caso particular se la debo a la música.
Como profesor de piano he tenido la posibilidad de estar en distintos sectores de mi ciudad y ver cómo muchos jóvenes que se encontraban en alta vulnerabilidad, es decir en riesgo de estar vinculados directamente con el fenómeno de conflicto armado de Medellín, han visto en la música su proyecto de vida y han adquirido a través suyo la disciplina que da la formación musical para desarrollar otros proyectos de vida (como gente de bien) y hoy le sirven a la sociedad en distintos ámbitos.
Hace varias administraciones vienen funcionando en la ciudad de Medellín las escuelas de música articuladas a una gran red de la que hacen parte muchos niños y jóvenes de distintos sectores y estratos sociales. Se trata de un gran tejido humano adherido por un proyecto fundamental para la Medellín innovadora que entre todos estamos construyendo.
La Red de Escuelas de Música de Medellín, creada en 1996, hoy tiene más de 20 años haciendo la nueva historia de nuestra ciudad. Diana Gómez tenía 13 años cuando ingresó a la Escuela de Música Aranjuez en 1996. Para ella “La Red fue esa ventana a otro mundo, en donde la violencia y el miedo no tenía cabida en la vida de los niños que asistíamos a la escuela de música. Solo existía nuestro instrumento, y para mí, estar allí fue la promesa de quedarme para siempre con el violín como compañero de vida”.
Unidos, podemos más... Y por eso considero necesario que un proyecto como este tenga un impulso significativo en los años venideros. Personalmente, me encuentro empeñado en que este tipo de iniciativas se fortalezcan no sólo desde la cualificación de sus procesos formativos, de proyección institucional y de equidad en el contexto de ciudad, sino con una mayor inversión porque debemos masificar su valiosa oferta y sus beneficios.
Vale la pena recordar esa bella frase de Nietzsche "Sin música, la vida sería un error". Así que no podemos dejar que nuestra sociedad se equivoque.