Desde tiempos inmemoriales el ser humano se ha visto en el escenario de bifurcarse por dos elecciones para su supervivencia: la del bien y la del mal. Dicho de otra manera, en un libre albedrío para hacer de su existencia lo que le proporcione mayor beneficio con la convicción de que su vida vale la pena. Estos vaivenes, que han sido discutidos desde filósofos como Aristóteles y reconocidas figuras como David Hume, representan el recorrido a Las flores del mal (Fleur du Mal), en el que vertigionosamente Charles Baudelaire sitúa al lector de “primera vez” en una atmósfera de placeres y pasiones humanas meramente hedonistas.
Asimismo, Baudelaire, con cada estrofa, expone magistralmente dichas emociones como catalizadores de entropías humanas, que de manera caóticamente cautivadora brindan sabor y sentido a quienes las experimentan y se dejan arrastrar por ellas. De otra manera, a falta de ellas (bajo este círculo vicioso y tóxico), el ser humano simplemente sería una masa amorfa, vacía y sin rumbo fijo.
No obstante, es imperativo mencionar que para una plena comprensión del texto, el lector debe leerlo no solamente varias veces, sino analizar con detalle el juego literario y el rol metafórico de cada una las figuras que utiliza para su eje temático, como la necedad, el error, el libertinaje y la clandestinidad, a los que el hombre constantemente se halla expuesto en el uso de su propia libertad, y que a su vez, pueden conducirlo asimismo a su propia perdición.
Sin embargo, cabe agregar que las estrofas igualmente pueden causar una recreación de lucha entre la templanza e intemperancia que los seres humanos viven diariamente en combate en busca de su realización personal o areté. De ahí que las consecuencias ante actos moralmente erróneos, desde la perspectiva occidental, son fuertemente catalogados como “pecados” que traen consigo arrepentimientos fallidos y cargos de conciencia, que, posteriormente, ejercen presión en el devenir de la cotidianidad de los individuos.
Empero, la intención central toma mayor matiz al finalizar el poema en el que revela al tedio, entendido como una sensación enorme de malestar, enojo y desinterés, que para la interpretación, representa el mayor causante de anomia social, producida por las diversas estructuras sociales e interrelaciones humanas en estados críticos donde el individuo pierde toda la motivación para continuar viviendo.
Lo anterior, en realidades más concretas, puede traducirse en momentos de grandes inconformidades, abatimientos, pérdida total de valores, desalientos y suicidios, que en conjunto son definidos como estados psicopáticos por sociólogos como Durkheim. Como consecuencia, la interpretación del poema es subjetivo dependiendo de la perspectiva del lector, que en lo particular puede asociarlo con los eventos subsecuentes de su tocante sistema de valores.
Finalmente, la dedicatoria para ese lector de “primera vez” –en especial, en el ámbito académico– es que el spleen de Baudelaire viene cargado con multiplicidad de interpretaciones y, por supuesto, que todo el texto representa una herramienta útil para incrementar sus competencias lingüísticas en cualquier momento.