¿Qué será del mañana?

¿Qué será del mañana?

"Solo una solidaridad verdadera y un amor que rompa las fronteras del engaño podrán reivindicar nuestro camino como humanidad"

Por: Jorge Salas
abril 01, 2020
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¿Qué será del mañana?
Foto: Pixabay

"La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto, el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones" (Albert Camus).

Situaciones especiales requieren medidas de igual magnitud. Sin embargo, variedad de Estados en el mundo, económica, política y socialmente, tambalean sin obstáculo alguno. Los mercados internacionales se cierran, mientras se abre la desesperación de empleados despedidos y vendedores informales que nunca vieron a la gloriosa patria que reverenciaban —en un partido de fútbol— dar una oportunidad de vida digna a sus familias. El sudor recorre las temblorosas manos del ministro de hacienda en Colombia. En las calles se habla, aunque el confinamiento obligatorio rinda sus pies a un silencio continuo, de una pregunta que día a día hace eco en la soledad de las pasiones: ¿qué será del mañana?

Diversos gobiernos se han puesto de rodillas ante un virus, implorando misericordia. Un agente microscópico acelular tiene la frágil economía capitalista, con todo su cálculo económico, pendiendo de un hilo. Y, mientras en los países dominados por el big data la curva de contagios y muertes desciende, en occidente la vida se encajona. Los mass media hablan incesantemente de solidaridad en tiempos de egoísmo, cuando una buena acción es derribada por mil restantes que se cometen sin misericordia. Ahora más que nunca, las medidas de coacción social, que únicamente neutralizan a los más vulnerables, son legales a las estructuras represivas del Estado. La policía hace, con gran naturalidad, lo que venía realizando años enteros.

¿Qué será del mañana, cuando los grupos fascistas hayan tomado lentamente el control sistemático de toda la sociedad? Si la vicepresidenta afirma que existe la posibilidad de cerrar la central de abastos (llevar el hambre a Bogotá y a sus alrededores). Si el segundo candidato presidencial con mayor votación, Gustavo Petro, afirma que lo más conveniente será que no funcione el sistema de transporte público de la misma ciudad, dejando sin la posibilidad de movilizarse al grueso de trabajadores del sector de la salud, el aseo y la seguridad. Si los alcaldes prometen dividendos que no pueden cumplir presupuestalmente. Si imponen pico y cédula hasta para salir a trabajar a quienes más lo necesitan. Si el gobierno reparte los ahorros nacionales sin conocer a su misma ciudadanía. Si el aparato legislativo se ve imposibilitado de decisión. Si se cierran fronteras, cuando jamás se controló a los infectados, para cuidarles y salvaguardar al resto de la población. Si los grandes expertos afirmaron, en el principio de la epidemia, que los tapabocas no servían más que a los portadores del virus, pero ahora éstos son tan necesarios para la protección de toda la nación. Si la fuerza pública tiene más poder hoy en día que la población… ¿qué será?, ¿qué será del mañana?

La clase media arribista se burla de las prohibiciones, mientras la burguesía resguarda su capital. Las redes sociales, como lo afirmaría Umberto Eco, siguen dando voz, ahora más que nunca, a una legión de idiotas, una legión desvergonzada que solo desatiende medidas con carcajadas desentonadas, para regular su pisque entre el sufrimiento que padecen y su libido desorientada. El ejército, mientras tanto, se despliega en la mayoría de los países en un estado de excepción, como afirmaría Agamben y Byung Han, que se podría extender por mucho tiempo, mientras personajes como Zizek deliran en comunismos (capitalismos de estado) demasiado desenfrenados, utópicamente maniáticos en situaciones así, ideológicamente totalitarios, - $ et a - para ingresar en sus lacanianos conceptos.

Solo una solidaridad verdadera, un amor que rompa las fronteras del engaño, como lo enseñó Camus en su texto La Peste, como lo fraternizó Cristo con sus discípulos, como lo extendió Nezahualcóyotl con sus leyes y cantos abrigadores en medio de la crisis, podrá reivindicar nuestro camino como humanidad, como especie, para no destruirnos para siempre.

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