Tal vez no existe un sector más golpeado por la pandemia que el sector cultura. Así lo asevera Fedesarrollo cuando confirma un decrecimiento del 14.8 %.
¿Qué hubiera sido del encierro sin los libros, el cine, los conciertos, el teatro y la danza? Sin embargo, me pregunto si la covid-19 sirvió para que se valore el quehacer de los artistas y de los intelectuales. Creo que la gran mayoría de ciudadanos dan por sentada su existencia; sus realizaciones hacen parte de “lo normal”, del paisaje; verdaderamente no tienen idea de todo el trabajo detrás de cada creación. Imaginemos un mundo sin libros, sin música, sin las manifestaciones del arte. Sería invivible. Incompleto.
Como bien lo afirma el pensador italiano Nuccio Ordine en su libro La utilidad de lo inútil: “en nuestra sociedad se considera útil sólo aquello que produce beneficios. Por esa lógica, la música, la literatura, el arte, las bibliotecas, los archivos de estado, la arqueología, son todas cosas que se consideran inútiles porque no producen beneficios. Por eso no nos extraña que, cuando los gobiernos hacen recortes, comienzan por estas cosas inútiles sin darse cuenta de que, si eliminamos lo inútil, cortamos el futuro de la humanidad.”
Este sector que venía en un crecimiento importante ahora presenta unos índices de desempleo verdaderamente alarmantes. Artistas que se la rebuscaban aquí o allá, para sobrevivir, ahora, son “rappi”. Y lo que resulta aún más complejo es que el futuro es verdaderamente incierto. No es solo por temor a un segundo confinamiento, sino que existen otros muchos factores que inciden en su lenta recuperación.
________________________________________________________________________________
Artistas que se la rebuscaban aquí o allá, para sobrevivir, ahora, son “rappi”
________________________________________________________________________________
La humanidad aprende o desaprende. A salir, a ver gente, a ir a eventos culturales, a comprar, a viajar. ¿Aunque mañana volviéramos a la “normalidad” tal y como la conocíamos antes de la pandemia, cómo haremos, después de lo vivido y padecido, para salir del círculo de no tener recursos, de haber perdido el público, y además de competir con la avalancha de una oferta virtual y gratuita de todo nivel y de toda factura? La virtualidad satura, pero también es una nueva forma de enfrentar el mundo que seguramente nos ha cambiado y que ha afectado nuestros hábitos. ¿Cómo haremos para que se vaya el miedo de asistir a un evento en vivo o a una sala de cine? ¿Cuándo será posible bailar y volver a tener contacto físico y abrazarnos? Tenemos muchas cosas para aprender o re aprender después de este momento del cual se sabe poco, muy poco.
Sin embargo, sorprende que a pesar de este panorama tan incierto existan apuestas importantes en términos de infraestructura e inversiones en cultura. El proyecto de mayor impacto es el que viene adelantando Barranquilla: la Arena del Río una alianza en la que participan como compañías gestoras UMUSIC Hotels, la alianza entre Dakia U-Ventures & Universal Music Group y Two Way Stadiums. Es este uno de los más grandes desarrollos para el entretenimiento, el deporte y la generación de contenidos de América Latina y el Caribe, con una inversión de 450 millones de dólares. Barranquilla ejemplo y a la cabeza en muchos tópicos en el país.
También está la puesta en funcionamiento del centro de danza y coreografía del Valle del Cauca La Licorera, uno de los espacios más emblemáticos de la ciudad de Cali; un edificio patrimonial que ocupaba la antigua fábrica de licores del Valle, estratégicamente ubicado y que hoy abre sus puertas recuperado y adecuado, para albergar a los bailarines de todas las disciplinas y convertirse así, en el único centro en su género en Colombia.
Ambos proyectos, permiten seguir soñando con un mundo mejor y son un verdadero bálsamo para el alma.
Publicado originalmente el 13 de diciembre 2020
