Al virus se le espera con las fosas nasales abiertas.
El contagio es efectivo, miedo y segregación: no salga, sea obediente.
Indignados, los acomodados señalan con su buena castración cristiana a los no obedientes sin conciencia. ¿Cómo tenerla? Si los han esclavizado con abandono.
Y brinca como un gazapo el hedonismo digital de los bufones cibernéticos: el mismo chiste, el mismo chiste, el mismo chiste, el que no mira hacia abajo nunca.
El hedonismo digital cargado de inhumanidad.
¿Dónde están? En serio, pensaron que la sanidad era una idea comunista para incomodarle el confort de no pensar.
Y la élite tiene la sartén por el mango: presidente, bancos, legisladores, justicia, fuerzas armadas, paramilitares, medios de comunicación, iglesias, virus, transporte y la verdad absoluta sobre las conciencias. Nunca mire hacia abajo.
Campos de concentración voluntarios por parte de los privilegiados.
Multas y persecución para los desobedientes sin conciencia.
Morir de hambre o morir de gripa. Sin duda morir de gripa.
Y la guerra nunca se ha ido y la cepa seguirá mutando. Los de abajo preparan sus cuerpos multados desde siempre y los de arriba preparan su modo operandi de diversidad del sometimiento. Tranquilos, ganan los mismos. Pero en la reproducción habrá un comunista-anarco-mamerto dispuesto a incomodar al poder.
¿Dónde están los martillos?, ¿dónde están las campanas?, ¿dónde está la ciencia?
Y seguirá ganando el fascismo.
Y se vendrán las guerrillas con las mismas banderas, esas que hoy no parecen tan descabelladas: salud, educación y trabajo digno.
Y ojalá esas guerrillas maten a Cristianos y Messis y a cuanto bandido digital haya parido el entretenimiento.
Que se venga el terror.
Que se venga la extinción.