Como de Venezuela se habla cada minuto en todas partes, los últimos días ha venido evidenciándose, por intereses geopolíticos expresados en la alianza de la extrema derecha latinoamericana con la política de Trump, la posibilidad de una guerra entre Colombia y Venezuela.
Por eso no es extraño que el gobierno de Iván Duque vuelva a agitar las banderas del odio, del ataque y de la injuria con posturas que creíamos habían quedado en el pasado y que rompen completamente con el desarrollo de los acuerdos de paz que se lograron durante el gobierno de Juan Manuel Santos. Por ejemplo, el retroceso en torno a la dosis mínima, el polémico Ministerio de la familia, la aspersión con glifosato y erradicación forzosa de cultivos de uso lícito, como la planta de coca, y ahora lo que parece ser una escalada bélica.
El recién posesionado embajador en Washington, Francisco Santos, dio polémicas declaraciones durante la presentación de sus credenciales diplomáticas:
“Se escuchan voces que hablan de operaciones militares unilaterales. Creemos que debe darse una respuesta colectiva a esta crisis. Pero creemos, y déjeme ser bastante claro, que todas las opciones deben ser consideradas” [1].
Aunque, Duque quiso posteriormente desmentir estas declaraciones, esta semana se anunció el aumento en el presupuesto de defensa de Colombia, en un 53%, para la compra de un sistema de misiles antiaéreos [2]. ¿Para qué guerra, nos estamos preparando? ¿Vamos a invadir a Venezuela? ¿Se prestará Colombia finalmente de plataforma de EE.UU. y sus intereses alrededor del petróleo y otros recursos estratégicos, para desatar una guerra con nuestro hermano país?
Es evidente la confabulación de estos gobiernos títeres de EE.UU. contra Venezuela, se prestan para conspirar e incluso permitir que en sus territorios se organicen atentados contra el presidente Nicolás Maduro. Hay antecedentes de agresión, el fiscal general de Venezuela Tarek William Saab solicitó la extradición de nueve ciudadanos señalados de participar en el atentado del 4 de agosto contra el presidente de su país y que están radicados en Estados Unidos, Colombia y Perú [3].
Aunque a muchos les haya parecido un chiste u “otra locura” de Maduro, lo cierto es que hasta Jaime Bayly, expresó su apoyo al intento de magnicidio, en donde detalló el conocimiento que tenía del atentado que harían al Presidente Venezolano, durante la emisión de su programa el 7 de agosto de 2018 [4].
Pese a la denuncia internacional, el hecho ha pasado desapercibido, cosa que no hubiera sucedido si el atentado hubiera sido, por ejemplo, contra el presidente colombiano.
Por otro lado, el Estado colombiano ha respondido con evasivas y no ha dado ningún argumento que aclare las circunstancias en las que los capturados, han involucrado a agentes diplomáticos con dicho atentado [5].
Todo parece indicar que vamos hacia una guerra, un escenario como este crearía una terrible inestabilidad en la región. Por otro lado, es una guerra que va a librarse en las ciudades. Lo más doloroso de todo es que mientras creíamos que estábamos terminando nuestro largo conflicto armado interno, resulta que en realidad todo parecía una farsa y en realidad nos estaban era preparando para un conflicto con nuestro hermano país, Venezuela, del que apenas estamos enterándonos y que una vez comience no sabremos cuándo ni cómo va a terminar. Lo que sí es seguro es que ni los hijos de la burguesía venezolana, ni los de la colombiana pondrán los muertos.
Cuidado, Venezuela, que quienes gobiernan Colombia siempre han traicionado al ideario bolivariano de una Latinoamérica fuerte y unida. Cuidado, Venezuela, que Colombia es traicionera.
