Se ha vuelto insistente en el debate público la referencia a la precaria situación del mercado laboral en el departamento de Arauca, destacándose que en la medición realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) para los denominados “nuevos territorios”, Arauca registra, por lejos, la tasa de desempleo más alta con un 24,9% (DANE, 2019).
No se trata de una situación novedosa o no advertida con anterioridad, pues tal como se ha puesto de manifiesto en escritos publicados en este mismo medio (Ver: Una crisis que se agudiza: el mercado laboral en Arauca), la tendencia creciente se ha mantenido durante bastante tiempo. Lo que es importante remarcar, más allá del inusitado interés perceptible en los medios de comunicación y en diferentes espacios de deliberación y decisión, es la agudización de la tendencia, expresada en un crecimiento de la tasa de desempleo que asciende a poco más del 57% en los últimos 3 años (ver gráfico 1), situación que genera serias inquietudes acerca de las posibilidades con las que cuenta el territorio para superar este flagelo.
Ahora bien, el abordaje de esta inquietud requiere de una perspectiva integral: es indispensable reconocer que el mercado laboral en Arauca presenta grandes restricciones tanto en la oferta como en la demanda laboral.
Para ilustrar el primer tipo de restricciones es suficiente con referenciar dos variables claves: el número de empresas generadoras de empleo formar y la proporción de la población que cuenta con un empleo formal. El primer indicador, el cual reseña el número de empresas por cada 10.000 habitantes que generan empleo formal, arroja para Arauca capital —no está de más insistir— un valor de 195,74 en el año 2016, muy inferior a lo registrado por Bucaramanga (579,76) y Medellín (321,2), ciudades referentes por contar con un tejido empresarial relativamente sólido (ver gráfico 2). De igual forma, puede apreciarse que el porcentaje de la población total que cuenta con un trabajo formal en el municipio de Arauca es llamativamente bajo; menos del 25% de los araucanos contó en el año 2016 con este privilegio, proporción incluso menor a la registrada en Quibdó (28,65%) y Cúcuta (29,87%), territorios con problemáticas muy similares a las de Arauca (ver gráfico 3).
Por el lado de la oferta en el mercado laboral, a juzgar por una tasa de cobertura en educación superior que en el año 2017 apenas superó el 10% y que ha registrado una disminución de un poco más del 35% en los últimos 6 años (ver gráfico 4), la problemática no pinta para nada mejor. Son palpables los efectos nocivos de esta realidad: existe cierta exacerbación ante la idea, bastante extendida por demás, de que personas de otras partes del país están llegando a ocupar los mejores cargos, en desmedro de los araucanos raizales; de igual manera, es evidente que se esta presentando la fuga de los “mejores cerebros”, jóvenes con mucho potencial que se ven obligados a prepararse en otras ciudades y que en la mayoría de los casos emprenden su proyecto de vida laboral o empresarial lejos de sus raíces; por último, es claro también, que se ha resultado, en virtud a las dinámicas previamente reseñadas y a muchas otras que quizás se nos pasen por alto, casi imposible forjar una masa crítica de capital humano altamente formado y capaz de desarrollar procesos de creación y transferencia de conocimiento pertinente en contexto para transformar la realidad social y productiva del territorio.
Es un diagnóstico poco halagüeño esta claro. Sin embargo, a partir de una comprensión integral de estas realidades y de una actitud propositiva lejos de las actitudes demagógicas lamentablemente tan comunes, es posible concebir posibles caminos a seguir para superar esta dramática situación. En nuestro caso, aprovechamos la generosidad de este espacio de difusión para proponer algunas medidas pertinentes:
1. Se requiere de un apoyo decidido al emprendimiento y al fortalecimiento empresarial, pero esto bajo una metodología que deje de lado el tradicional enfoque consistente en capacitaciones y apoyo al capital de trabajo, privilegiando la formación bruta de capital, es decir, la inversión en activos fijos, la ampliación de la capacidad instalada y el mejoramiento tecnológico del proceso productivo, entre otros aspectos.
2. También es indispensable la formulación de una política pública de empleo que asuma abiertamente los retos de la cuarta revolución industrial. En este punto cabe remarcar, que si bien la formalización y la estabilidad laboral son objetivos loables, la realidad de las dinámicas competitivas globales parecen apuntar en una dirección totalmente contraria.
3. Es insoslayable una apuesta decidida por la industria de base tecnológica y/o la economía naranja, entendiendo que es, al menos en el corto plazo, la única alternativa viable para sortear las grandes barreras de conectividad física que impide que Arauca se articule a los circuitos económicos nacionales y mundiales.
4. La ampliación de la oferta de programas de educación superior es imperiosa. Pero se requiere, sobre todo, la presencia efectiva en el territorio de las instituciones de educación superior, tanto para que capaciten a quienes participan o desean participar en el mercado laboral, como para que coadyuven a consolidar una masa crítica académica capaz de impactar y transformar los sistemas sociales y económicos en Arauca.
5. Por último, es urgente el fortalecimiento del Observatorio del Mercado de Trabajo (ORMET) y su articulación con instancias públicas y privadas de deliberación y decisión. Este es un punto clave, toda vez que se requiere de una caracterización mucho más profunda de las realidades del mercado laboral en todo el departamento, pues los insumos disponibles hoy en día, son bastante limitados.
Como lo habrá podido advertir el amable lector de esta nota, la superación de la crítica situación del mercado laboral araucano a partir de estas propuestas requiere de la participación activa de todos los actores sociales, de la renuncia a los enfoque demagógicos efectistas y sobre todo, de la construcción de una visión de desarrollo colectiva que nos permita soñar hacia donde queremos encaminar nuestros territorio.