Recientemente pudimos ver cómo se generó una polémica en redes por cuenta de un par de jóvenes que dieron su opinión sobre el afamado restaurante Criterion. Ahora la polémica gira en torno a la mazamorra.
Pero más allá de lo expresado por el par de youtubers, lo que llama la atención es que muchos de los que salieron en defensa del restaurante lo hacen a través de comentarios despectivos, los cuales, más que ser una defensa para el restaurante, terminan siendo una ofensa para nuestra idiosincrasia y nuestra propia cultura que nos identifica como país.
Para citar apenas un ejemplo podemos encontrar en redes comentarios tales como: ..."Qué se puede esperar de unos tipos acostumbrados a comer solo mazamorra, por eso dice el dicho: la miel no se hizo para el hocico del asno".
Ahora bien, ¿será que tomarse un plato de mazamorra nos convierte en seres miserables o en asnos?
¿Por qué para defender algo se tiene que atacar o menospreciar alguna otra cosa que en ultimas no tiene nada que ver con aquello que se quiere defender?
¿Por qué ese afán del colombiano a menospreciar siempre sus raíces y a avergonzarse de lo que en realidad somos culturalmente?
La mazamorra y la mazamorra chiquita son dos platos muy representativos de Boyacá y por ende de nuestra gastronomía colombiana así cómo también lo son el ajiaco, los tamales, la lechona, el cuchuco, etc.
Cada región o cada departamento de nuestro país tiene su plato representativo y en ellos encontramos parte de nuestra identidad. La yuca, la papa, el maíz, la arracacha son productos que da nuestra tierra y deberíamos sentirnos orgullosos de ellos, sin embargo los desestimamos junto con nuestros platos típicos porque seguramente no son recetas para paladares entrenados como muchos otros mencionan en sus comentarios.
En síntesis, con o sin paladares entrenados lo que queda en evidencia es que no valoramos lo que nos pertenece, que despreciamos y ridiculizamos lo nuestro y que en muchos casos la gente solo descalifica lo autóctono para aparentar ser lo que en realidad no son.
La población colombiana está dividida por estratos socioeconómicos y en alguna oportunidad a alguien le escuché decir que las personas de clase alta quieren ser europeos, los de clase media quieren ser estadounidenses y los de la clase menos favorecida quieren ser mexicanos, pareciera entonces que los colombianos queremos ser de todo excepto colombianos.