Ad portas de las elecciones presidenciales en nuestro país, lo menos que espero de los candidatos para esta magistratura es que más temprano que tarde demuestren que están al día con los eventos que de verdad están cambiándole la estructura a nuestro mundo. Esos que sin duda están reconfigurando la fibra cultural del presente para encarar un futuro distinto.
Y espero que no me dejen con los crespos hechos.
Ni uno de ellos, hasta el momento, ha hablado de la violencia de género, el acoso sexual, la economía digital, la brecha salarial entre hombres y mujeres, el efecto del block chain y las criptomonedas, la importancia de las habilidades socioemocionales, el reemplazo de los hombres por las máquinas, la inteligencia artificial y el complicado panorama ambiental que nos espera.
A pocos días de completar el primer mes de lo que aún considero un esperanzador 2018, en las noticias y las redes sociales solo se reportan sus peleas, sus arengas populistas sobre la paz y la guerra, las alianzas, los egos inflados y la defensa o ataque de los ya tan conocidos extremos.
Estoy segura que si al menos uno de ellos levantara las narices y mirara un poquito hacia el futuro, elevaríamos las posibilidades de que Colombia entre por fin en lo que hace tiempo estamos necesitando y anhelando.
No será fácil. El embeleco de los medios y la fascinación ególatra de las redes hace difícil desprenderse de los acontecimientos diarios que parecen tan urgentes. Es fácil abstraerse de lo realmente importante con la rapidez del momento y la falsa necesidad de responder a todo ya.
El embeleco de los medios y la fascinación ególatra
de las redes
hace difícil desprenderse de los acontecimientos diarios
que parecen tan urgentes
Pero es imperioso. Es vital encontrar consensos alrededor de esas urgencias para proseguir con lo que en realidad puede cambiar nuestro presente.
Como electora, como ciudadana, como madre, como esposa y como hija exijo que los candidatos usen su poder para educar, para guiar, para darnos un norte, una causa.
Es lo que piden a gritos y de todas las formas posibles nuestros jóvenes.
Estudio tras estudio demuestran las ganas de cambio, la impaciencia por la transformación, la pasión por las buenas causas. La capacidad de ajuste y el constante aprendizaje.
Por eso exijo y espero que los candidatos que quieren llegar a la presidencia se pellizquen y nos den por fin un chance para el progreso. Una oportunidad para el cambio.
¿Mucho pedir?
