¿Qué se nos avecina?
Opinión

¿Qué se nos avecina?

A propósito del horror en París

Por:
enero 22, 2015
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Del confín de la historia se observa que las guerras, la violencia, se han producido directa o indirectamente por razones de credos o de religión. Esto otro: aunque se distraiga al espectador con razones diversas, los fundamentalismos son el caldo de cultivo de expresiones fuertes y, de allí a la violencia, a la guerra no existe ranura alguna.

Así, la invitación no es otra que a una reflexión al desarme (…) del espíritu; miren ustedes: lo que trasluce la información cotidiana es, ni más ni menos, la imagen de un ataque contra la libertad de expresión. Estamos de acuerdo. Pero además y, no nos llamemos a engaños, está, en principio, la postura de irrespeto a la devoción, cualquiera que ella sea. Desde luego, se ofrecen duras respuestas contra la violencia y, a la condena contra el ataque a la población civil; también estamos conformes: como que no existe argumento para, en nombre de la fe, de dios —en su diversa manifestación—, realizar o cometer hechos violentos, cruentos, en una palabra horrendos. Nada justifica la violencia, pues nadie es dueño de la vida, aún en Estados donde existe la pena de muerte. Eso es claro.

Pero vamos por partes, en este sin fin de posturas: hemos dicho que, muchas de las guerras se han excusado o tienen su trasfondo en el credo, en la religión. Señoras y Señores: recuerden ustedes la guerra santa, las cruzadas, la inquisición y, cercanamente, la Segunda Guerra Mundial: las fuerzas de persecución, en el fondo, lo hacen contra supuestas minorías que no cabrían en la sociedad, los afrodescendientes, la homosexualidad y, sí señor, los hijos del judaísmo. En suma: razones de raza y de religión; obvio, con argumentos sobrescritos de economía y de valor social. ¿Qué tal? de economía y, vuelvo a decir, de valor social; hoy, siglo XXI, los planteamientos aún no están superados, los rastros nazis persisten, aunque normativamente, en Europa o, parte de ella, se los reprima: ahí están; en nuestro medio, también. Es un hecho.

La postura de razas y costumbres por fuera del concepto que, podríamos llamar civilización, en Oriente, también ha creado una suposición de ‘diferente’ y, de allí, a un paso, al concepto de locura y, por supuesto, al de delito; al día siguiente a la persecución y, a la destrucción; entonces, en ese vecindario, la lucha por el predominio del concepto se recrudece con el paso de quienes detentan los intereses que desean imponer.

Norte y Sur, Oriente y Occidente en la carrera por acabar con la globalización y, así, recrear un mundo exclusivo. Qué tal la idea central: hacer un mundo exclusivo y, por ello excluyente y, entonces mítico.

Ahora se dio por contraponer el valor de la religión o, del credo, frente al de la libertad de pensamiento, de expresión. ¿Será que es posible predicar tensión de derechos? ¿Será que alguno va a ser de mayor valía, con respecto a la vida y, vida en condición de ser humano que implica su creencia y religión, su pensar y expresarse? No lo creo; no es posible tensión cuando un derecho hace parte del otro, en humana condición. Las tensiones se presentan entre las valías de los derechos e impensable cuando el contenido del fundamento del derecho es de la mismidad del ser. Falta mucho por hacer, aunque se han creado hasta cortes e instancias para evitar la vulneración y castigarla. Falta civilidad y, en ella, sin tensión, la tolerancia; o, la antípoda, la violencia y, por supuesto: la destrucción.Con razón afirma Huntington que “Cuando las civilizaciones aparecen por primera vez, su gente es habitualmente vigorosa, dinámica, cruel, brutal, móvil y expansionista. (…) A medida que la civilización evoluciona, se hace más sedentaria y desarrolla las técnicas y habilidades que la hacen más civilizada. (…) Cuando empieza a decaer como civilización, su nivel de civilización también declina hasta que desaparece ante el embate de una civilización diferente que se presenta con un nivel también bajo de civilización”[1]; ¿en dónde estamos? ¿Qué se nos avecina?


 

[1] HUNTINGTON. Samuel P. El Choque de Civilizaciones y la Reconfiguración del Orden Mundial. Primera reimpresión. Paidos Estado y Sociedad. Buenos Aires. 1997. Pág. 384 y 385.

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