Recientemente en un simposio de periodismo, la periodista y autora de varios libros, Olga Behar, reflexionaba sobre la importancia de que los periodistas estén siempre atentos a las buenas historias, a los momentos que les rodean y que les permitirían otras miradas de las noticias en los entornos en las que estas suceden.
Y esto lo decía refiriéndose en concreto al gran número de periodistas que por estos tiempos están en La Habana, Cuba, cubriendo los diálogos de paz.
Aseguraba la periodista y escritora que hasta el momento los comunicadores en la Isla, solamente se han limitado a ser cajas de resonancia de las palabras de los que intervienen en los diálogos y que no es mucha la información que puedan conseguir ya que los mismos tiene un pacto de confidencialidad que no permiten que las noticias fluyan libremente. Cuestionaba Olga Behar, que al menos ella, hasta el momento, no ha leído la primera crónica de algunos de los periodistas destacados en Cuba que haga un esguince para que se conozcan otras historias sobre La Habana.
Y es cierto lo que plantea la escritora. Cuántas historias estarán a la espera de que uno de los periodistas, en esos ratos de ocio, mientras se espera que alguno de los voceros nos cuente lo que les conviene, se atreva a darse una vuelta más allá de los límites donde se realizan los diálogos y nos muestre historias interesantes de ese entorno llamado La Habana. No hay que olvidar que nadie es ajeno a una buena historia, en cualquiera de los medios que ésta se presente: radio, prensa, televisión o sitios web. Lo importante es provocar a los usuarios de estos medios, “prenderlos” a un hecho bien contado y se lograra la atención sin reservas de ese sujeto de la información.
Es cierto. Hay muchos periodistas colombianos en ese espacio que tiene tanto pasado para contar o una actualidad que muchos desconocemos, que hace parte de una nación rodeada de tantas historias: la revolución cubana, génesis de los idearios de quienes hoy son los negociadores: la guerrilla. Mágicas historias ligadas a la música, a los propios periodistas locales según se dice amordazados por el gobierno, a la cotidianidad de una ciudad que hace parte de una nación tantas veces estigmatizada y tan poco contada por aquello de la censura. Pero, como lo dice Olga Behar, hasta el momento ella no ha leído, ni escuchado alguna historia atractiva desde La Habana…yo tampoco.