Yo no sé ustedes pero yo no aguanto más, no soporto a Javier Hernández Bonnet. Prendo la radio y ahí está, en el televisor también. Es el Espíritu Santo, está en todas partes. Tengo mala digestión por culpa de él. Siempre que almuerzo su cara se me estrella en los ojos desde hace 20 años. Ahora, como se fue a Rusia para el sorteo del mundial, se convirtió en el rostro oficial de Caracol. Con tantas actrices divinas ¿por qué nos tienen que imponer su presencia?
Ahora lo vemos con el gorrito ruso frente al Kremlin. Está bien que la primera emisión desde Rusia hubiera sido desde la Plaza Roja para hacer composición de lugar pero viejos…¿es necesario exponer a este venerable anciano acompañado casi siempre de su Robin Ricardo Urrego titiritando de frío? Métalos en una cabina mano y los acondicionan, los rellenan de arenques y vodka y dejan de estar azules por culpa de los 30 grados bajo cero.
No, Caracol escogió al Kremlin como su mejor escenario. Para acabar de perfeccionar su ruso pirata les pusieron a él, y a Urrego, un gorro de invierno ruso. Bonnet, que pena decírtelo, pero te pareces al Pablo Escobar en la Catedral cuando le tomaron una foto con el gorro que le regaló su esposa Maria Victoria Henao en una de sus visitas a Rusia.
Este sentimiento, querida gente de Caracol, no sólo es mío sino que embarga a todos mis amigos y a toda la gente que almuerza conmigo el corrientazo. Tengan un poquito de piedad. No queremos más ver a Javier Hernández Bonnet con el gorrito ruso…se parece mucho a Pablo Escobar!!