¡Que Rafael Núñez nos perdone!

¡Que Rafael Núñez nos perdone!

"Su himno ha sido violado y esa histórica letra aprendida desde la escuela es solo un conjunto de grafemas que ni los protagonistas de la corrupción pueden pronunciar"

Por: Fernando Cañas Camargo
mayo 16, 2019
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¡Que Rafael Núñez nos perdone!

Si lográsemos acercar la vida de don Rafael Núñez para recibir de él un concepto relacionado con lo que actualmente acontece en Colombia, seguramente tendríamos la oportunidad de analizar cada una de las estrofas de ese poema de su autoría que mediante Ley 33 de 1920 se convirtió en nuestro himno nacional.

Valdría la pena revisar su pensamiento para escuchar de su voz las razones por las cuales en la décima estrofa escribió: “Mas no es completa gloria vencer en la batalla, que al brazo que combate lo anima la verdad, la independencia sola el gran clamor no acalla, si el sol alumbra a todos, justicia es libertad”. Me animo a pensar que su respuesta sería exacta y nos diría con dolor que jamás se imaginó a una clase dirigente desleal, que luego de transcurridos tantos años de historia llegaría a violentar la gloria de los héroes de la independencia, hombres entregados a liberar a su patria de la dominación española. Expresaría su dolor al enterarse que los combates que quiso exaltar para encontrar el ánimo por la verdad se quedó solamente en una estrofa de su poema, ya que han faltado y durante décadas han dedicado su interés en engañar a los compatriotas con las falsedades que disfrazan de supuesta verdad. Sentiría tristeza total cuando comprobase que el sol en este país no alumbra a todos, sino a la clase privilegiada que ha venido gobernando el país a su antojo bajo la descarada política de beneficios y constantes actos de corruptela que ya nos tienen al borde del abismo.

Cuando pudiese comprobar los indeseables actos de corrupción generados por algunos miembros de las altas cortes para beneficiar a los socios involucrados en ellos, seguramente el poeta se sentiría quebrantado y hubiese deseado reescribir esa lírica que describe el gran valor de los patriotas, hombres hoy burlados por esta clase que con desfachatez se ha tomado el país para arruinarlo y deshonrarlo.

Con toda seguridad redactaría de otra forma los versos en los cuales habla del Orinoco colmado de despojos, pues al país lo han despojado de la dignidad con las acciones execrables de quienes en un carrusel de hipócritas lo han vendido y no satisfechos con ello se sitúan en círculos de honor para robar lo que a todo un pueblo pertenece.

“En Bárbula no saben ni las almas, ni los ojos, si admiración o espanto sentir o padecer”, como lo escribió el poeta, seguramente podría convertirse en una exclamación de la Colombia de hoy que clama justicia ante tanto padecimiento de corrupción, maldad e inoperancia de quienes deben velar por el castigo para aquellos que han sometido al deshonor a esta noble tierra. Y, es posible que la virgen arranque sus cabellos ante la agonía que sufren los colombianos por la vileza con la que se han manejado los hilos del poder y la han conducido a lamentar su esperanza, pues de no encontrar salida llegará segura la destrucción de esta noble y sufrida sociedad.

Obviamente la única salida es la aplicación real de la justicia, no la de escurridizos jueces que a menudo favorecen los intereses de sus padrinos políticos como pago a su apoyo incondicional para que sean elegidos a ocupar estos altos cargos que merecen la dignidad absoluta de hombres probos, pero que ante la defensa de sus intereses y los de sus protegidos, mancillan el honor y la honra del país atraídos por los dineros sucios que se mueven en medio del nauseabundo olor de los poderosos.

Por Colombia, que es mi patria, pido perdón a don Rafael Núñez, en tanto su poema himno ha sido violado y esa histórica letra aprendida desde la escuela es solo un conjunto de grafemas que ni siquiera los protagonistas de la corrupción pueden pronunciar, ya que si lo hicieran sus palabras quedarían cortadas porque las demás serían capaces de robarlas para acomodar con ellas su descarada defensa.

Adenda: “Si Colombia continúa girando alrededor de los corruptos, la sociedad dejará de lado la práctica de los valores para convertirse en la propulsora de constantes prácticas perversas”.

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