Sorprende la escasa atención que se ha prestado durante la campaña electoral al tema de la industria y en general al problema del desarrollo productivo nacional. La palabra industria ni siquiera aparece en los programas de la mayoría de los candidatos y el crecimiento del aparato productivo apenas es mencionado. Los partidos de gobierno consideran que las cosas van bien pero que hay que mejorar
Pero evidentemente en Colombia reina el atraso y hay una crisis profunda. En los últimos 17 años el Producto interno Bruto (PIB) de Colombia ha crecido a un promedio de 3,4% anual, lo cual significa que de continuar a ese ritmo se duplicará en 20 años y el PIB per cápita, de USD 6.400, que ha crecido al 2,1 % promedio anual, dentro de 20 años será similar al que tienen hoy Brasil, Chile o Argentina y la quinta parte del actual de Estados Unidos.
La industria manufacturera ha crecido en los últimos 17 años por debajo del crecimiento del PIB y lo ha hecho a un promedio de 2,1 % anual con lo cual a este ritmo tardará 32 años en duplicar su producción. Mientras que la participación de la industria en el PIB era de 25 % en los noventa, en 2009 ya había caído al 14,1 % y en 2019 al 11,8% y mientras la participación de la industria en el empleo total fue de 13,1 en 2009 en 2019 bajó al 11,8%.
Este fenómeno, que se desencadenó con la apertura económica de los noventa y que fue continuada por los sucesivos gobiernos ha sido ocultado por parte de la coalición gobernante y se esperaría que por parte de la oposición hubiera formulaciones alternativas que no se limitaran a afirmaciones vagas sobre la necesidad del crecimiento de la productividad y la competitividad, como si estas fueran responsabilidad de los empresarios individuales. La lógica gubernamental es que a los empresarios individuales les va mal porque no son competitivos.
Según la ideología predominante no se requiere una política industrial. La industria se desarrollará en forma silvestre en la medida en que los inversores, innovadores y emprendedores descubran oportunidades de negocios. Siempre habrá estas posibilidades, pero no estamos hablando del enriquecimiento individual, que no tiene nada de malo, sino de que la industrialización y el desarrollo productivo debe convertirse en un propósito nacional y el eje de la política económica.
____________________________________________________________________________________________
Gustavo Petro habla de ambiente, paz, cambio climático etc., pero la industrialización no es un eje de su política
____________________________________________________________________________________________
Los candidatos de la coalición de gobierno, agrupados en el Equipo Colombia y con Oscar Iván Zuluaga parten de que Colombia debe seguir la misma senda, profundizar el mismo modelo económico y que lo que hay que hacer caminar en la misma dirección de lo que se ha venido implementando en las últimas décadas. Rodolfo Hernández, aunque reconoce los estragos que la apertura económica ocasionó a la agricultura y es un empresario de la construcción, no tiene ninguna propuesta sobre la industria y Gustavo Petro habla de ambiente, paz, cambio climático etc., pero la industrialización no es un eje de su política.
El candidato que se ha referido a esto en forma cuidadosa y exhaustiva es Jorge Enrique Robledo al proponer un pacto por la defensa y promoción de la industria que parta de reconocer el el significado central de esta actividad en el avance científico y tecnológico, el aumento de la productividad del trabajo y la generación de empleo de mayor calidad. Su llamado a resguardar la producción nacional la cual se ha expuesto a una competencia desigual con los tratados de libre comercio y la apertura económica invita a adoptar una política industrial activa en la cual el Estado sea un socio confiable y eficaz y que la corrupción y la ineficiencia oficial sea combatida de tal manera que se propicien las exportaciones con valor agregado, la creación de una infraestructura moderna, el desarrollo investigativo, el crédito oportuno y barato y tarifas costeables de servicios públicos.
El primer paso para aplicar una política de este tipo consiste en identificar las causas del desastre actual y sus responsables. Tener la voluntad política para introducir cambios, crear los consensos para lograrlos y reconocer que el desarrollo industrial y productivo debe ser una política de Estado de largo plazo que debe incluir en un plan concertado la sustitución de importaciones y promoción de exportaciones principalmente de productos con valor agregado, renegociar los TLC, implementar aranceles selectivos, créditos amplios y de costos menores, apoyo a la investigación científica y tecnológica, mejorar la infraestructura, compras públicas que respalden la producción nacional, servicios públicos de mejor calidad y tarifas menores, protección y ampliación del mercado interno, lucha efectiva contra el contrabando y el dumping, tributación progresiva y estímulos tributarios.