"Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte" (Jorge Luis Borges).
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) consideraba que los sociólogos tienen una forma muy particular de pensar el mundo. En primer lugar, intentan explicar por qué las personas nos comportamos de esta o aquella manera y no de otra. Y, en segundo lugar, sustentan sus explicaciones en las experiencias que las personas tenemos en la cotidianidad (no en, por ejemplo, aceleradores de partículas, microscopios o reactivos químicos como se hace en la física, la biología o la química). De modo que todo aquello de lo que los sociólogos hablan está (o estuvo ya) en nuestras vidas y en nuestro sentido común.
Esta forma de pensar parece una desventaja, pero no es así, pues hace a los sociólogos doblemente útiles. Sus explicaciones nos ayudan a comprender y a solucionar diferentes problemas del mundo (por ejemplo, ¿por qué algunos protegen su entorno natural y otros lo destruyen?, ¿por qué algunos asesinan y otros se suicidan?, ¿por qué algunos se movilizan ante la injusticia y otros la soportan con resignado silencio?, ¿por qué algunos tienen éxito en la educación escolar y otros fracasan?, etc.). Y, en esa medida, también nos ayudan a reevaluar nuestras acciones, a sospechar de aspectos que suponemos evidentes y familiares, a aceptar cada vez menos las cosas como son actualmente, en pocas palabras, nos ayudan a ser un poco más críticos.
Como todos sabemos, el COVID-19 ya hace parte de nuestra vida cotidiana y de nuestro sentido común, y ha transformado muchos de nuestros comportamientos (por ejemplo, nuestros modos de trabajar, vestirnos, estudiar, amar, etc.). Entonces, no está de más preguntarnos: ¿qué piensan los sociólogos colombianos sobre este problema mundial? Para responder –claro, de manera parcial– esta pregunta entrevisté a 5 sociólogos de la Federación Colombiana de Sociología. A lo largo de la conversación plantearon un diagnóstico, hicieron algunas predicciones y formularon varias propuestas. Veamos.
Diagnóstico
A juicio de ustedes, ¿qué exactamente está sucediendo en el mundo?
–Estamos en medio de tres pandemias– respondió Carlos Uribe Celis. –La del coronavirus, la del hambre y la de la angustia. La angustia es el nuevo fantasma. Se angustian los que están quedando sin trabajo, y los trabajadores, porque las exigencias y las cargas de trabajo son mucho mayores. Además, esta es la coyuntura más extraña de nuestras vidas. Pues hay una casi total paralización del planeta y una conexión total del género humano por obra de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación); ninguna de las dos cosas había ocurrido antes.
–Así es– agregó Ernesto Ramírez Pinzón–, en países de bajos y medianos ingresos el 87% de la fuerza de trabajo ha sido suspendida, y el 70% en los países de altos ingresos…
–Para el 7 de abril la OIT (Organización Internacional del Trabajo) estimó que se han perdido 195 millones de empleos, y que a este ritmo pueden ser todavía más– precisó Norbey Gualteros Neiza. –Los sectores más afectados son servicios, transporte, recreación, turismo y ocio. Lo cual perjudica especialmente a las mujeres de América Latina y el Caribe, ya que más del 50% de los trabajadores de esta región (¡la mayoría de ellos mujeres!) se desempeñan justamente en esos sectores. Y eso no es todo. En Colombia el petróleo se suma a este panorama desalentador. En los últimos días el precio del principal producto de exportación del país cayó un 50%.
Y ante esto, ¿qué ha hecho el gobierno nacional?
–El gobierno –dijo Alex Peña Vargas– se ha caracterizado por su falta de planeación…, yo no veo en el gobierno una propuesta clara de planeación. Por ejemplo, ¿cómo se piensa proteger al campesino para que siga produciendo y garantizar así los suministros de alimentos? No se ha hablado de eso por ningún lado…
–Además el gobierno ha tomado medidas mezquina– aseguró Ernesto Ramírez Pinzón. –Por ejemplo, el gobierno le invierte liquidez al sistema de salud, pero lo hace a través del desgastado, anacrónico e inútil sistema del plan obligatorio de salud y de las famosas Entidades Prestadoras de Seguridad Social (EPS). Esto no es más que un colchón de salvavidas para los intermediarios, pero no erradica el problema de raíz.
–Claro, las medidas tomadas están basadas en los principios ideológicos neoliberales propuestos en el Consenso de Washington–añadió Norbey Gualteros Neiza. –Esto es evidente en medidas macroeconómicas como el “Endéudese para pagar la nómina y demás gastos”. Son medidas diseñadas para las grandes empresas que pueden demostrar liquidez, más no para las micro y medianas empresas, que ya venían de una situación difícil y que generan el 80% del trabajo formal. Entonces, a las pequeñas y medianas empresas y a las personas que viven del día a día (el sector informal –según el DANE– es el 47% de la población laboralmente activa) no les va a quedar más opción que endeudarse con el gota a gota.
Predicciones
Así como van las cosas, ¿qué podría suceder a mediano plazo?
–Yo me pregunto– contestó Álvaro Moreno Durán – ¿es posible regresar al Estado de bienestar? Creo que la única forma para salir de esta crisis es regresar a ciertos elementos del Estado de bienestar. Es más, al paso que vamos yo creo que en 3 meses ya se ha acabado la Ley 100. ¿Por qué? Porque “¡no hay cama pa’ tanta gente!”, ¡no hay economía para sostener a los médicos!, etc. Incluso, yo imagino un escenario todavía más apocalíptico. Si seguimos así y esto no se arregla llegaremos al trueque, al principio de la economía, a algo muy parecido al Corralito en Argentina. Para evitar eso, ¿quién tiene que inyectar dinero a los médicos, a las enfermeras, a los hospitales, etc.? ¡El Estado! Hay que regresar al tercer principio de la revolución francesa: la fraternidad, la solidaridad. El neoliberalismo está haciendo agua. La cúspide del pensamiento neoliberal es Donald Trump y hoy le están diciendo desde el New York Times: ¡salga!
–Mire, esta pandemia no se termina con una orden de 15 días de confinamiento ni menos aún con la tal cuarentena “inteligente”. En el mejor de los casos esto va hasta enero del 2021… ¡como mínimo!–auguró Alex Peña Vargas.
Propuestas
Bueno, y ¿ustedes qué proponen para superar la crisis?
–Es necesario que la Ley 100 sea derogada cuanto antes– planteó Álvaro Moreno Durán. –Además, si el gobierno tiene más de 50 mil billones de pesos en reserva, ¡pues que los use!, en vez de endeudarnos como propone el ministro de hacienda Alberto Carrasquilla. ¡Eso es absurdo!, es hipotecar el futuro del país.
–Hay que establecer un ingreso mínimo universal que le permita sobrevivir a la gente– aconsejó Carlos Uribe Celis. –Si eso no se da, muy pronto empezarán los brotes de violencia.
–Otra medida importante– sugirió Norbey Gualteros Neiza –es que las personas más ricas del país sean solidarias y paguen más impuestos. Que el señor Luis Carlos Sarmiento Angulo, en lugar de hacer donaciones, pague impuestos. Un 35% de sus utilidades no estaría mal.
–En el plano internacional– dijo Alex Peña Vargas –hay que empezar a pensar en la suspensión del pago de la deuda externa. Y en el plano nacional es pertinente que se reevalúen y reformulen los planes de desarrollo (que empezarán a funcionar a partir de julio) en vista de las nuevas condiciones impuestas por la crisis.
–También sería importante– concluyó Ernesto Ramírez Pinzón –que el sector de la salud promoviera formas de resistencia, de reivindicación de sus derechos. Pero sería mucho más importante que eso se hiciera dentro de una coalición internacional, algo así como la Internacional de los trabajadores de la salud. Esta sería un interlocutor bastante eficiente para lograr reestablecer el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, porque ahora están sufriendo una sobreexplotación bajo el argumento de que constituyen la línea de choque.
Bien, ya han hablado el autor y los sociólogos. Ahora solo falta que hable el lector o la lectora. ¿Crees que la Ley 100 será derogada? ¿Qué propones para superar la pandemia? ¿Crees que esta terminará en 2021? ¿Qué opinas sobre la forma de pensar de los sociólogos?