Era impresionante. Uno de los momentos cumbres del Noticiero Nacional, a las nueve de la noche de todos los días durante los ochenta, era cuando aparecía este hombre alto, delgado y elegante como un puñal. Y tomábamos atenta nota de lo que podría pasar sobre el país. Entonces vimos como un meteorólogo se convertía en estrella de la televisión, todo gracias a la visión de Javier Ayala, el gran periodista que acaba de perder la batalla contra el COVID. Hablaba sobre un croma y hacía lo que podía.
Este barranquillero cuando tenía 20 años salió de su ciudad cuando se ganó una beca para ir a estudiar a Budapest. En 1984 fue contratado por Ayala para que estuviera en el Noticiero y ahí duró hasta 1991, año en el que salió para crear Señal 3 una empresa suya que se dedicaba a la meteorología. Empezando este siglo se metió en la vacaloca de crear un movimiento político ecológico, algo que no salió demasiado bien. Fue subdirector de meterología en el IDEAM. Trabajó brevemente en RCN y a comienzos de la década pasada se fue a vivir a Francia después de que a su esposa la contratara la Unión Internacional de Telecomunicaciones UTI. Trabaja para Fedearroz.
Ahora que ha partido Javier Ayala después de perder su pelea con el COVID 19, recordamos a Max, el gigante barranquillero al que aprendimos a querer por ser capaz, en los lejanos ochenta, de pronosticar el clima entre los azares de un lugar tan incierto como el trópico. Nos imaginamos en este momento su dolor.
Para nosotros Max siempre será este muchacho