El historiador Álvaro Tirado Mejía, autor de varios libros, ente estos uno último sobre los años 60, es un observador de los hechos desde una perspectiva histórica. Desde la distancia del aislamiento de la cuarentena analiza los cambios que traerá la pandemia a un mundo globalizado pero en el que cada país tendrá que buscar sus salidas, con un hecho nuevo: el estado vuelve a tener un rol prioritario.
Juan Manuel Ospina: La última vez que hablamos fue en la Librería Nacional antes de la pandemia. Hay que seguir conversando y gracias por aceptar la conversación virtual.
Álvaro Tirado: Encantado de proseguir la charla que empezamos hace unos meses…
JMO: ¿Es posible que exista una nueva globalización después de todo esto?
AT: Esta pandemia nos dejó desnudos, sacó a flote una serie de cuestiones que ya existían y eso afecta las relaciones internacionales, la teoría política, las políticas de salud, las ideologías, los nacionalismos.
JMO: Dijiste puntos clave. La pandemia visibilizó crisis que ya venían y fue un catalizador social. Le ha dado un sentido de urgencia a las soluciones que necesitaban y nos pone a mirar la realidad de frente. Hay que hacer los cambios. Estamos viviendo un momento de quiebre en el proceso de la historia. ¿Cómo afecta esto las relaciones internacionales, vamos a otra etapa de la globalización?
AT: La globalización ya se dio, es imposible que la globalización vuelva hacia atrás. Los efectos de la pandemia pueden girar el mundo hacia el autoritarismo o a una apertura de modelo económico. Se habla mucho de la década del treinta, la crisis económica, los rezagos de la primera guerra, la peste española, hizo que surgiera el nazismo pero también Roosevelt y el New Deal en Estados Unidos. Así que no sabemos.
Hasta hace unos cinco meses uno veía como surgían los movimientos sociales en Chile, en Colombia, porque el modelo económico, el neoliberalismo, está en crisis y la gente salía a la calle a hacerse oir. Ya habían surgido inclusive teóricos del capitalismo diciendo que este ya no funcionaba como un sistema solo al servicio sólo para los accionistas de las empresas. Eso se vio en el reciente foro de Davos, donde pusieron como tema las desigualdades sociales, mostrando que el sistema ya no es funcional.
¿Quién se atreverá ahora a decir que el Estado es el problema si todo el mundo salió a pedirle cacao al Estado? En este momento tiene que ser muy desvergonzado el que diga que el Estado es el problema cuando es la solución.
JMO: Ha quedad claro, que hay que recuperar las políticas públicas
AT: Esto es el Estado Social, no el Estado Autoritario sino que hay que recuperar el Estado Social de Derecho. En ese sentido las posiciones socialdemócratas de regresar a que la economía no sea guiada por el lucro de los accionistas recupera su sentido.
Acá no se impugna el capitalismo sino es buscar un tipo de mercado dentro de estos patrones y esto se va a presentar en muchas casas. Los últimos años siempre el crecimiento del PIB era importante, pero eso dice muy poquito porque hay que ver como está repartido para evitar la desigualdad.
Hay otro cambio y es el que la medicina tiene que tener un sentido social. Los países desarrollados que por políticas neoliberales montaron sistemas de salud que no han respondido a las urgencias de la pandemia, son los que más están sufriendo; basta mirar Brasil, Estados Unidos o Inglaterra, que desmontaron todo el sistema y no más en Estados Unidos son 30 millones las personas que no tienen seguro; ese tipo de medicina está en crisis.
JMO: A veces se confunde el Estado fuerte con Estado burocrático y no. Acá hay que tener un estado efectivo. Hay un tema que no puedo pasar de lado y es el tema ambiental, eso no puede ser una política local. Es un tema global. Si no hay una decisión universal sobre lo ambiental vamos a tener muy complicado el futuro.
AT: Ese es un tema que es nuevo que empezó a introducirse como elemento político desde los años 60 y ha ido creciendo; ya hay partidos políticos ambientales. Las últimas elecciones franceses mostraron el éxito de haber logrado mezclar el movimiento social con el movimiento ecológico. Es que hay que poner énfasis en lo social, es que se necesita una visión social, protegiendo individualidades, derechos. Lo social social es lo más importante.
Hay algo que también se evidenció que fue la magnitud de la informalidad, que se escondía detrás de las cifras. Se decía que el empleo había crecido pero se ignoraba que la mitad era informal. La pandemia dejó claro que no hay seguridad social.