¿Qué pasó con la Biblioteca Pública de La Unión?

¿Qué pasó con la Biblioteca Pública de La Unión?

En tan solo dos años, el centro de lectura del municipio de Antioquia sufrió una fuerte transformación

Por: Martín Guerra Burgos
febrero 06, 2016
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¿Qué pasó con la Biblioteca Pública de La Unión?

Hace algunos años la Biblioteca Pública Municipal Félix María Restrepo Londoño del municipio de La Unión, Antioquia “ni sonaba ni tronaba”. Era un maremágnum de libros revueltos puestos sobre el polvo del abandono en los anaqueles, un espacio frío y desolado. Quizá el último resquicio sobre el que posaba sus ojos la inversión social; tal vez ni era biblioteca, sino una especie de bodega de libros en desuso.

Para fortuna nuestra, el panorama se hizo distinto en 2014, la Biblioteca se hizo biblioteca, re-abrió sus puertas, se pintó de colores, de risas infantiles, de cuentos, de frases, de sentidos, de lecturas, de arte, de cultura. Se extendió y salió del casco urbano, visitó veredas, dibujó sueños en las escuelas rurales y regaló historias a los niños y niñas del campo. Todo ello no por arte de magia sino por la capacidad de gestión cultural que demostraron tener personas inquietas, que no buscan una profesión “pa’ salir adelante” o “pa’ ser alguien en la vida”, sino gente enraizada en este terruño que buscó más bien extender la inquietud creadora del arte y la cultura.

niños biblio - ¿Qué pasó con la Biblioteca Pública de La Unión?

Se desarrollaron las tres fases del proyecto de fomento a la lectura “La Palabra es Unión”, junto a otras propuestas como “Qué nos dicen las estrellas”, también se creó el espacio del taller literario. La cotidianidad empezó a verse poblada de arduos lectores que visitaban la biblioteca, más que tras un libro, tras una conversación intelectual en la misma. Los niños arribaban a pedir que se les contara cuentos, las mamás aprendieron que es importante “dar de leer” a sus hijos, los profes entendieron que hay formas creativas de incentivar la lectura en las escuelas. Mejoró el equipamiento del espacio con nuevos libros, nuevo material didáctico y nuevos computadores. Todo ello apenas en el ensueño de 2 años.

Ahora la cosa ha cambiado, parece que en la irracionalidad de éste sistema los procesos culturales se ven interrumpidos, o más bien arrasados y atropellados por la política de turno. Hasta en el sagrado espacio de la Biblioteca hizo mella el clientelismo político que asola a este país, su funcionamiento es mediocremente percibido como “un puestecito más” que se entrega como “favor político” sin importar que quienes asuman el espacio sean personas calificadas y formadas en esto.  Ya lo señalaba en un artículo:

"Poco importa si el bibliotecario cumple su trabajo de forma eficaz, si ha desarrollado una labor constante de capacitación, si ha participado en las convocatorias que de forma regular abre el ministerio de cultura o si ha cualificado su labor gracias a la diaria interacción con el público y el uso de las colecciones; lo único verdaderamente importante es ganar el guiño clientelista requerido para renovar el contrato".

No se entiende entonces la importancia de los procesos culturales, ni de la creación artística, ni de la participación juvenil; esto es apenas un tachón marginal en los planes de desarrollo. Los politiqueros no dimensionan el asunto, su embrutecido raciocinio –quizá falto de lectura- no les da para más. No es de asombrar que en La Unión (Antioquia), éste mismo embrutecimiento político de la actual administración municipal en cabeza de Hugo Botero,  solo le dé para promover como máximas propuestas para la juventud una “Correccional de menores” más el aval incondicional al toque de queda después de las 10 PM para los menores de edad que impulsa el gobernador Luis Pérez en el oriente antioqueño. Políticas que simplifican el problema con la ecuación: joven=criminal.

Dice el filósofo Nuccio Ordine:

Los políticos matan la cultura porque desprecian la cultura, pero también porque le tienen miedo. Lo desprecian porque nuestra élite política es cada vez más ignorante, más inculta. Y por otra parte tienen miedo porque prefieren tener delante un público de personas que no estén capacitados para pensar con su propia cabeza y, por tanto, sean manipulables por los medios de masas, la televisión, las campañas electorales, toda una dimensión de engaños y mentiras que las personas reciben sin ser conscientes.

Al parecer poco importa en la institucionalidad local actual darle continuidad a los procesos culturales y juveniles adelantados en el municipio, lo importante es que tampoco dependemos de sus apoyos condicionados, lo importante es que esto nos permite hacer una reflexión crítica sobre el asunto, entendernos como actores políticos y dar continuidad con nuestros propios medios a los procesos y espacios constituidos. Menos mal en la biblioteca pública, de la mano de Freire aprendimos aquello de que leer no es un simple ejercicio de repetir palabras, sino de decir nuestra palabra, y ahora ya no nos quedamos callados. Se revolcaría el pobre Félix María Restrepo en su tumba al saber, que al lugar donde viven los libros –la biblioteca que lleva su nombre- se le quiere quitar la vida.

 

 

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