Desde que Álvaro Uribe se montó al poder ha sido, sin lugar a dudas, una de las figuras más influyentes y poderosas que ha tenido la política colombiana —aclarando que eso no es inherente a una conducta intachable—. Siete años después de dejar el poder en manos del que en otro momento fue su protegido político y ministro de defensa Juan Manuel Santos ha seguido dando de qué hablar. Además, sin meternos a hablar de política, a Uribe le ha salido perfecta la estrategia comunicativa, de la cual muchos de sus detractores han sido parte conscientemente o no.
Hay una verdad muy fuerte, casi un aforismo en la semántica, que consiste en invocar un concepto por contrariedad, o sea que como citando a Homero Simpson, no se puede decir "deshonroso" sin "honroso".
El "antiuribista" de turno no puede llamarse a una causa sin invocar a Uribe, volviendo a la lógica e Homero Simpson. No se puede decir "antiuribista" sin decir implícitamente "uribista". Así es como le están dando más posicionamiento en las redes. En Twitter, por ejemplo, gatilla a cada momento, no con la intención como tal de arremeter contra alguien, sino con el solo deseo de mantenerse en boga en la agenda política del país.
En otras redes sociales se da una muestra grande de ello. En el caso de Facebook es bastante fácil llegar a alguna noticia que no tiene nada que ver con política ni mucho menos con el reconocido "innombrable", pero vaya usted a ver y se dará cuenta de que no falta el personaje que por figurar hace un chiste o un insulto de él sin tener nada que ver, es como si tuvieran una plantilla estándar para poder encajar con algún comentario gracioso de último momento, de fácil acceso y de poco esfuerzo.
Aburre esa gente porque siendo que se declaran antiuribista, no dejan de invocarlo, aún cuando no hay lugar para hacerlo.
Cabe la pregunta también: ¿Qué pasaría con los acérrimos opositores de Uribe donde llegue a faltar?
Uribe los ha trillado a todos porque sean o no seguidores, esas voces lo mantienen vigente y entre más lo callan, más lo ponen a hablar. Mi consejo es simple: ignorarlo. Aunque sea muy tentador llegarse en denuestos contra él, imagínese que cada vez que lo invoca, gana.
Cierro esta, esperando ser la última vez que haya que invocarlo.
