Estar alejada de la política activa permite con sangre fría ver el panorama electoral que se definirá el 25 de octubre. Tal vez en Bogotá no se vislumbra la tragedia que se viene en muchas regiones del país, y probablemente ni siquiera son conscientes sus habitantes sobre la guerra nada fría que se está dando en ciudades como Medellín y Cali. Y la explicación radica en que las próximas elecciones en Bogotá están centradas en los candidatos a la Alcaldía, y pocas bolas se les están parando a las luchas que se están dando por la Gobernación de Cundinamarca.
Sin duda el hecho más interesante es que esta indiferencia de los residentes en Bogotá sobre los horrores que se avecinan por la categoría de candidatos regionales que se han postulado, radica en que Bogotá en este sentido, es la excepción. Con personalidades muy distintas, desde la prepotencia de Peñalosa —quien debería hablar menos del pasado y más del futuro—; el temor de más Polo que afecta sin duda a Clara López, seria y juiciosa, hasta la serenidad y el humor negro de Pardo que debería mostrar más porque poco se le conoce, la verdad es que estos tres, entre los cuales está quien asumirá la Alcaldía, son buenos candidatos. A diferencia de lo que está pasando en regiones como la Costa Caribe o departamentos como Meta, Casanare y muchos más, no tienen prontuario ni producen pánico. Unos gustan más que otros pero nadie se atrevería a incluirlos entre los posibles alcaldes, gobernadores, asambleístas, concejales y hasta ediles, que generan vergüenza.
A estas alturas es imposible predecir quien ganará definitivamente esta, la segunda posición política más importante de Colombia. Pero la idea que persiste especialmente entre aquellos que creen en Peñalosa o en Pardo, es que empezará una nueva etapa en esta pobre ciudad que, cuando uno está en Medellín, se da cuenta de que realmente no hay derecho a que la capital esté como está. Clara que ya demostró su capacidad para actuar en esta ciudad, sigue luchando con el fantasma especialmente en la clase media y alta de la capital, de la poca eficiencia que la actual administración ha tenido para resolver los problemas que la afectan. Sin embargo, tiene a su favor los seguidores del Polo que además de fieles, sí han visto cambios positivos en sus vidas.
Esta realmente no es la situación que se avecina en términos electorales en el resto del país. Impresiona además de la corrupción rampante en muchos lugares, el nepotismo. Hermanas de miembros del Congreso de la República, familias enteras con pasados penosos que siguen dominando el poder en muchas regiones sin que nadie les pase la cuenta de cobro por su pasado o el de sus familiares. Lugares como Barranquilla donde realmente solo hay un candidato, prueba clara de una democracia muy restringida, si es que se puede denominar así. En Cartagena está tan aburrida la contienda que el voto en blanco sigue muy alto.
Quién ganará en Bogotá es la pregunta del millón pero los elementos positivos son muchos. Primero, los problemas que persisten y se agravan son tan obvios que todos los candidatos, inclusive los que tienen muy poca o ninguna posibilidad, han tenido que debatirlos y mostrar soluciones posibles. Segundo, no se tiene el temor de que llegue una de esas maravillas —dicen algunos— pero descaradamente deshonesto. Tercero, los residentes en esta cuidad no estamos dispuestos a vivir otra administración emproblemada, así que pilas, candidatos.
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