Varias son las cosas que ya quedan mucho más nítidas, en blanco y negro, sobre el Sistema Estratégico de Transporte Público –SETP- Ibagué, luego de la visita que el Viceministro de Transporte Camilo Ostos hiciera a la ciudad para encontrarse con gremios económicos, academia, transportadores, políticos y periodistas, en una especie de cara a cara para hablar del futuro de ese sistema, que fue organizado por el senador Miguel Ángel Barreto y contó con algunos de los representantes de la bancada tolimense en el Congreso.
Lo claro del tema, luego de escuchar a Ostos y a varios de los presentes en el recinto, es que se requiere de un fondo de estabilidad tarifaria por parte de la ciudad para quienes inviertan, para que no pierdan su platica, así como para subsidiar tarifas en caso de que se requiera –que es lo más seguro-. El quid de todo este asunto es ¿de dónde se sacará la plata de este fondo? no podríamos estar pensando ilusa e ingenuamente que sea de multas, infracciones, impuestos a parqueos, intereses sobre esos cobros y demás, porque nos daría el año 2.535 sin el SETP en operación y aun buscando la financiación.
El municipio, para apalancar ese fondo, nada menos y nada más que tendrá que echar mano de vigencias futuras, empréstitos u otra forma que le significará más deuda pública o aplazamiento de inversiones, para darle músculo financiero y tener los casi 130 mil millones de pesos que deberá sacar para implementar el SETP, luego de lo cual la nación colocará los 298 mil que ha prometido.
Supuestamente, la foto de la primera piedra se tomará el año entrante, seguramente a finales del 2021, lo cual es importante, pero también está más diáfano que nuestro SETP ibaguereño, musicalito, sanjuanerito, tamalito, lechoncito o como se vaya a designar coloquialmente, no entrará totalmente en operación sino hasta dentro de seis años, es decir, una vez culmine la “vibración” de esta administración sobre Ibagué y lleve ya dos años la siguiente que salte, cante, corra o lo que sea según el eslogan que tenga.
En el segundo semestre 2020, el Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, incluirá la inversión del SETP, luego de que en este primer semestre se alcance a discutir por parte del Consejo Superior de Política Fiscal –Confis- ese mismo tema y quede viabilizado. Surtida esta etapa se deberá buscar que en el Plan Nacional de Desarrollo esté el proyecto SETP de Ibagué priorizado.
Posteriormente, el Ministerio de Hacienda ya podrá incluir las partidas presupuestales específicas, las disponibilidades, para que se inicien licitaciones o invitaciones públicas, una vez se tengan los registros de esos presupuestos. El camino todavía es largo y culebrero, muchos imprevistos pueden pasar, vericuetos presentarse, así como la prioridad pública en inversión variar, esperamos que no.
Otro aspecto a resaltar en ese encuentro fue la palabra del Viceministro, en nombre del gobierno, de dar a las empresas ibaguereñas, con algo de justeza social, de que harán parte de la pechuga, lo pulpo, lo que realmente les interesa del SETP, es decir, de la operación del recaudo. Esa la realidad, más allá de si se presta un buen servicio, de calidad, que dañe menos el medio ambiente o mejore la calidad de vida o no se continúe como hoy haciendo lo que se les da la gana con tiempos, horarios, continuidad del servicio para ciertos sectores y rutas.
Por último, es prioridad trabajar para fortalecer administrativa, técnica y financieramente el ente gestor del SETP Ibagué, como “el gerente” del mismo, porque si ese gestor no es fuerte no se impulsa el SETP. Para ello el próximo martes el senador Barreto y parlamentarios tendrán una nueva reunión en Bogotá con Ministros para presionar apoyos al tema.
Así que se pondrá más de moda hablar del SETP hasta dentro de seis años, que entre a operar realmente. Mientras, oremos porque a Duque no se le vaya a ocurrir venir a Ibagué a decir: “este será el mejor SETP de Colombia”, como cuando Santos vino a decir: “estos serán los mejores juegos deportivos nacionales de la historia”. Ya todos sabemos lo que pasó. No nos echen la sal.
