¿Qué pasa en Montañita?

¿Qué pasa en Montañita?

"Este lugar no es ningún 'paraíso', mucho menos después del asesinato de las mochileras argentinas"

Por: Panguano Sibarita
marzo 07, 2016
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¿Qué pasa en Montañita?
Foto: larepublica.ec

Hace unos días leí con tristeza y asombro la noticia de dos bellas chicas argentinas que fueron asesinadas el 22 de febrero en el balneario de Montañita, provincia de Santa Helena, República del Ecuador.

Montañita es un trozo de playa del pacífico, bordeado por montañas en su lado occidental, de vegetación tropical y un –a veces- nauseabundo canal de aguas represadas que los lugareños y visitantes utilizan como orinal. Cada no sé cuántos meses, su propio peso lo libera al mar rompiendo una barrera de arena que el gobierno local insiste en reconstruir con una retroexcavadora, debe ser porque con agua huele menos.

Se puede llegar bordeando desde el norte la Costa Pacífica cubriendo la denominada Ruta del Sol, o saliendo desde Guayaquil y entrando por el suroccidente en un recorrido más urbano. La llegada a Montañita no tiene ninguna gracia; el pequeño pueblo está ubicado a lado y lado de la carretera que une la entrada suroccidental con la ruta del sol. El paradero no es más que un espacio polvoriento en la berma del camino en un sentido, o la acera en el otro. Allí, el bus se detiene y los pasajeros desembarcan y abordan. Montañita es un sitio de paso del que por alguna extraña razón es muy difícil salir; de hecho muchos no lo logran, bien sea porque se quedan allí como atrapados por el resto de sus vidas, redituándose del lucrativo negocio del turismo, bien sea porque pierden la razón en medio de las drogas y el desenfreno, y terminan por ser otros cuando al fin logran encontrar las fuerzas para abandonar ese lugar; no es en vano que algunos insistan en llamar a Montañita: "Sal si puedes". O como en este caso, es posible que sencillamente sea ese punto geográfico a partir del cual nunca se volvió a saber de alguien.

Bordeando la costa ecuatoriana, las cuadras de Montañita se repiten unas 10 veces y perpendicular a éstas el mismo fenómeno puede sucederse también 10 veces o quizás un par de veces más. Pocos turistas se internan en el lado occidental de Montañita. Este espacio está reservado para los mochileros más radicales; allí suelen asentarse por semanas e incluso meses, en lotes para acampar o en rústicas cabañas en medio del campo. Solo las calles cercanas a la playa y a las grandes discotecas, parques y tiendas, están pavimentadas. El resto de Montañita descansa sobre calles con la tierra al aire, en un paisaje que puede tornarse abrumadoramente desértico, a veces.

Si se piensa bien, Montañita no tiene nada que cualquier otra playa no tenga. De hecho Máncora, en el Perú, es muy similar, y hasta ofrece mejores sitios de camping. Pero por alguna razón Montañita sigue atrayendo más y más viajeros en busca de un lugar relajado, con cero ambiente familiar, mucha pero mucha rumba, drogas y alcohol… "La Ibiza suramericana", dicen otros.

Contaba la noticia que dos chicas –una morocha y una rubia- ambas de nacionalidad argentina, habían desaparecido el pasado 22 de febrero en el balneario. La notica daba cuenta de que después de varios días de búsqueda, las dos chicas por fin habían aparecido muertas, con heridas en la cabeza y una de ellas además también con heridas en el cuerpo.

En la rumba de Montañita es posible encontrar gentes de todos los pelambres, desde el turista europeo absorto por el ambiente intenso de estas tierras tropicales y seducido hasta perder el aliento, hasta el dealer del pueblo que en muchos casos puede ser un chico de escasos 13 o 14 años con mirada desafiante y gorra grande. Hay rastafaris, hippies, punker@s, niñ@s bien, caminantes, empresari@s, obrer@s, viajer@s y por supuesto: policías. Todos reunidos en torno al Dios baco y su bacanal con la playa como templo, y presentándose al mar como una ofrenda al dios que arrastra con pasión a los humanos que buscan en su regazo el placer. Parejas follando e incluso siendo grabadas por impertinentes que repiten: "lo que pasa en Montañita se queda en Montañita", pero que igual se llevan los vídeos en sus cámaras y teléfonos inteligentes –es de extrañar que esos vídeos no se filtren a la Internet; quizás es cuestión de tiempo.

Gente drogándose, baile, charla, compra, venta, manillas, sudor, pólvora, hedor, cuerpos, gente, alcohol... más gente.

Lo primero que me llamó la atención de la fatídica notica, fue que la prensa afirmara que no había presencia policial en la zona. Yo estuve en Montañita por lo menos 15 días y todos los días vi policías. Si bien no es al estilo colombiano, en donde hay policías en cada esquina esperando a que el ciudadano bostece para golpearlo y secuestrarlo por 24 horas –sobre todo en Bogotá-, sí había y solían hacer patrullajes por las playas varias veces al día. Nunca vi que se llevaran a nadie, ni que se metieran con nadie.

No había por qué hacerlo: todos esos días el lugar estuvo lleno de gentes que solo buscaban un poco de sol, agua de mar, arena de playa, sexo, música alcohol y drogas; sí, también drogas, pues las drogas van con la rumba, aunque haya mojigatos que rasguen sus vestiduras cuando supuestamente ‘se dan por enterados’. Música estridente en las noches, en las madrugadas, en los atardeceres. Pues si algo es tan constante como el sonido de las olas del mar en Montañita, es la música que sale a borbotones de las discotecas y que empieza a sonar desde muy temprano. Inclusive algunas veces ni siquiera se apaga. Sin embargo, bajo la tenue capa de ambiente inofensivo, como en toda farra desbordada, pasan cosas. Durante el tiempo en que estuve en el lugar supe de una chica que fue violada; presencié una pelea en la madrugada, justo bajo una cámara de vigilancia. De dos ‘dealers’ por la presencia en la zona –la playa está cuidadosamente dividida en pequeños sectores donde cada dealer tiene derecho a vender, siendo el punto más apetecido el que está alrededor de la desembocadura del canal maloliente. Si bien se tolera el traspaso de las fronteras invisibles, hay comportamientos que pueden generar violencia, como la persistencia en dicha invasión fronteriza. La pelea tampoco fue gran cosa, dos tipos que se reventaban a golpes –en realidad uno reventaba a otro que trataba de responder, esquivar y mantenerse en pie-, hasta que encontró una botella, con la que alejó al otro y el resto de la pelea se fue en advertencias, amagues e insultos. Sin embargo, siempre hay rumores en Montañita de desaparecidos y violentados ¿Por qué la violación que sucedió durante mi estadía en el balneario no mojó prensa internacional? Quizás la chica que sufrió la agresión no tenía una familia pudiente, quizás estaba fuera de casa tratando de hacer su vida, quizás ese chico chileno del que se hablaba en el camping, del que se decía que nunca nadie volvió a ver después de llegar a la provincia de Santa Helena, era un viajero sin rumbo y sin raíces muy definidas ¿Quién buscaría a alguien así? Y aunque otro mochilero llegara a saber al final qué pasó con ese chico o chica para quienes el camino a Montañita resultó sin retorno, poco o nada puede hacerse cuando se carece de medios económicos y de la disposición de la prensa internacional.

Aunque estos rumores de turistas desaparecidos y asesinados siempre están en el ambiente, tampoco es razonable creerlos todos. Hay algunas historias más posibles que otras: las violaciones no son de dudar, de hecho es posible que se presenten mucho más seguido de lo que se pueda imaginar, los robos son una constante y seguro son tantos como uno pueda imaginarse, y las drogas siempre estarán en cualquier lugar del mundo donde haya fiesta, así el 'rumbeadero' quede en el centro del vaticano.

Conocí entonces post-mortem a: “Marina Menegazzo y María José Conid, de 22 y 21 años respectivamente […]” Tal como reza el titular de infobae del domingo 28 de febrero de 2016, un par de chicas como tantas que llegan al balneario, las fotos de ellas bastante recientes, Marina rubia, Majo –como la llamaban sus amig@s- morena. Llegué a dudar que pudieran dar con los responsables del homicidio; pudo haber sido cualquiera que podría de hecho tan sólo ir de paso por el balneario, un solitario quizás.Pero ¿Para qué y en qué circunstancias un solitario trataría de violentar a dos chicas a la vez? Era necesario que hubiera más gente involucrada, por lo menos una persona más. El móvil pudo haber sido un intento de violación que terminó en asesinato, seguramente accidental. Es lógico pensar que si dos varones intentan violar a dos mujeres, y una de ellas se resiste hasta la muerte, ambos tomen la decisión de eliminar a la testigo. Hecho esto, podrían también darse a la fuga. Era poco probable que en esta situación lograran capturarlos, 4 ó 6 días son muchos y Ecuador, siendo un país tan pequeño con fronteras terrestres en la gran mayoría de su territorio, era propicio para que los asesinos de las chicas argentinas no aparecieran nunca.

Me dediqué a seguir la noticia y dos días después de haber sido hallados los cadáveres, fueron capturados los presuntos homicidas. Uno ya confeso. Cuando vi la foto de los supuestos homicidas, noté que algo andaba mal. Estos tipos me despertaban miedo hasta a mí, a pesar de que sus rostros estaban distorsionados y eran irreconocibles en la foto que fue publicada en internet. La contextura física, el contorno de la cara –donde aparecía la distorsión digital, ya que en Ecuador no se permite la publificación del rostro del sospechoso de algún delito hasta tanto este haya sido declarado culpable por la justicia ordinaria- hacían pensar en unos hombres con un perfil muy distinto al del mochilero o el brichero. Por el contrario, parecían –ambos- tipos con características sociales muy pero muy distintas a las de las personas con que chicas como las asesinadas en Montañita suelen relacionarse; de hecho he de confesar que ni siquiera un mochilero varón, medianamente consciente, aceptaría ayuda de personajes así que apenas conocí. Yo mismo lo pensaría más de dos veces. En esta situación, las chicas, o estaban muy desesperadas por falta de dinero pues según se informó, habían sufrido un robo que las había dejado sin guita, o simplemente estaban desbordadas por la experiencia embriagante del balneario, las drogas y el alcohol, lo que las había hecho bajar sus estándares de seguridad al juntarse con unos tipos que al parecer de su apariencia sí o sí intentarían violarlas. También es inquietante ver la velocidad con la que uno de los presuntos homicidas narró los hechos, diciendo primero que después de asesinar a Majo, entró al siguiente cuarto porque oyó gritos y allí pudo ver a su compañero ‘apuñalando’ a Marina. Luego se supo que no la apuñalaba sino que la degollaba.

¿Se pusieron de acuerdo para matarlas? ¿Supuso Marina que Majo estaba siendo abusada y por esto decidió rebelarse contra su acompañante? ¿Fue esta la razón de éste para degollarla, a pesar de que no sabía que en el cuarto de al lado, su compinche acababa de asesinar a Majo? Todo esto me hizo perder el interés en el asunto, demasiadas cosas inexplicables. Tan sólo horas después, un vídeo en el que la hermana de Marina anunciaba en televisión nacional argentina que el grupo familiar tenía fuertes sospechas de que ambas chicas habían sido objeto de redes de tráfico de personas, se hizo viral, por fin encontraba una reacción fuerte y coherente contra tantas incoherencias. Ahora han salido a la luz varias declaraciones que hacen quedar muy mal al gobierno ecuatoriano en cuanto a la institucionalidad que atañe a éste tema en particular, y generan muchas dudas en cuanto a la gestión estatal en el territorio ecuatoriano y especialmente en este balneario de la provincia de Santa helena, que además cuenta con una estación de policía comunitaria dentro de la pequeña localidad.

Dos chicas con familias que se preocupan por ellas, que terminan enredándose, supuestamente al calor de la rumba sin control con dos tipos con apariencia de porteros de discoteca en el mejor de los casos o de cuidadores de carros en espacio público; una confesión prematura y llena de detalles extraños y una familia que espera llevar la investigación hasta las últimas consecuencias… Todo esto sazonado por la incompetencia de los funcionarios públicos ecuatorianos que incluso actúan de manera contradictoria, tal como contaría la hermana de Marina en una entrevista en su país, en la cual detalló como su familia recibió una llamada del ministro del interior ecuatoriano quien les informó que habían encontrado unos guantes ensangrentados en el morral de una de las chicas, información que el mismo funcionario pidió tratar de manera confidencial pero que minutos más tarde él mismo filtró a través de su cuenta de twitter.

Hoy he visto la foto sin editar de los asesinos de las chicas y sé que sería difícil que éstas se hicieran acompañar por sujetos de esa apariencia y edad. Es posible que todo sea como lo narra uno de los asesinos, sin embargo, parece que hay mucha más tela que cortar en éste fatídico caso que podría ser la punta del iceberg de una red de trata de personas que puede funcionar en connivencia con la policía ecuatoriana.

Las últimas noticias señalan que las autoridades locales han pedido refuerzos, pues se quejan de que no tienen hombres suficientes para garantizar presencia y seguridad en la zona, cosa que no es cierta debido a que si bien la fiesta es dura en Montañita, muy pocas son las riñas que se presentan entre los asistentes y no son comunes los casos de atraco a mano armada. Ahora se habla de que el balneario puede ser lugar de paso de droga colombiana al resto de Ecuador. Cosa que se aleja de la realidad, pues Montañita más que un sitio de paso es un sitio de acopio de drogas que llegan de todas partes del mundo, pues muchos viajeros prefieren correr el riesgo y traer sus propias drogas. Se empiezan a barajar diferentes hipótesis, mientras el tema pierde fuerza en los medios de comunicación. La historia se comporta como una ola entre los mochileros que están lejos de su tierra; la noticia tiene un aire de tristeza y heroísmo, éstos se manfiestan simbólicamente no desde un país o institución sino desde la playa, la selva o la sierra.

En las redes se publican dibujos y poemas y claman por respeto y solidaridad; pues quien esta mochileando puede también ser consciente del nível en que su vida y bienestar depende directamente de personas que no conoce. En los noticieros locales de los diferentes países, la noticia llega desfasada en días e incluso semanas y los movimientos extremistas reaccionan como si el riesgo de desaparecer en la carretera fuera exclusivo de las mujeres.

Las declaraciones de un chico nacido en Chile acerca de la personalidad de Majo y Marina aumentan más las dudas que han circulado constantemente al rededor de éste penoso capítulo. Según cuenta el mochilero, ambas chicas eran bastante centradas y no andaban consumiendo drogas. Se conservaron fieles a su propósito de pasear, bailar, levantarse tarde, hacer amigos y desembarazarse del acelere de la vida cotidiana de las ciudades, y del sedentario en la que no queda tiempo ni para pensar. Ambas chicas tenían dinero y no eran muy confiadas, y si bien estaban trabajando vendiendo frutas en la playa, lo hacían porque no querían tocar otro dinero que tenían destinado para comprar ropa en Chile antes de llegar a Mendoza, su lugar de residencia.

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