Qué pasa con los jóvenes lideres del Caquetá

Qué pasa con los jóvenes lideres del Caquetá

"No es y no debe ser una minoría pasiva la que participe. Todos pueden y deben hacerlo. Deben votar, debatir y proponer ideas"

Por: John Armando Rojas Cabera
febrero 05, 2018
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Qué pasa con los jóvenes lideres del Caquetá
Foto: Archivo NTN 24

En la actualidad los jóvenes preparados, críticos, independientes y con grandes prácticas políticas están liderando los partidos políticos en diferentes regiones del país. Sin embargo, en el departamento del Caquetá este panorama está muy alejado y brilla por su ausencia. En Colombia hay casi 13 millones de jóvenes, muchos de ellos pueden votar y, por tanto, tienen capacidad decisoria para construir un mejor futuro común, por eso animar la participación activa es un objetivo prioritario.

Según las cifras del Departamento Nacional de Estadística (Dane), la población joven de Colombia (edades comprendidas entre los 14 y los 28 años) es de 12.757.040 personas: 6.242.436 mujeres y 6.514.604 hombres. Aunque la Constitución Política indica que el derecho político de elegir y ser elegidos pueden ejercerse en nuestro país a partir de los 18 años, este dato poblacional es muy importante, ya que quiere decir que la población joven apta para votar representa un porcentaje significativo (casi una cuarta parte) de los fragantes habilitados. ¿Será que los jóvenes del Caquetá desconocen estas cifras?

En ese orden de ideas, no es y no debe ser una minoría pasiva la que participe. Todos pueden y deben hacerlo. Deben votar, debatir y proponer ideas. La capacidad electoral les otorga esa opción tangible de ser protagonistas en las elecciones, y  responsables directos en los procesos políticos. Es que los estudios y preparación que tiene un porcentaje significativo de jóvenes en el Caquetá pueden elevar el nivel de exigencia pública a los gobernantes y ser también copartícipes del manejo de las administraciones. Ellos  tienen aquí un papel esencial. Su liderazgo juvenil renovado sería un gran cambio para el departamento.

Existe un ejemplo concreto, el de los jóvenes españoles que no aguantaron más el cinismo y mezquindad de los dirigentes que ha gobernado durante los últimos años en ese país. Un régimen que llevó al país ibérico al borde del colapso, que aumentó el desempleo sobre todo en los jóvenes y que defendió políticas de austeridad en las que la clase media mayoritaria se ajustaba para salvar a una minoría adinerada. El movimiento revolucionario fue y está siendo liderado por jóvenes. Aunque tienen diferencias ideologías, los caracteriza su disposición común al debate, a la confrontación de ideas y al análisis de propuestas serias para llegar al paisa a un cambio, que devuelva la esperanza y confianza a los ciudadanos en la política. A veces creo que los jóvenes caqueteños esperan a llegar a una situación parecida. Pero si estas problemáticas ya están presentes en el territorio.

Así como ellos están haciendo un cambio, la situación actual del Caquetá también amerita un cambio; requiere de la acción decidida y regeneradora de los jóvenes, en edad y en espíritu. Muchos caqueteños, esperan con anhelo esa renovación en la política, algunos afirman “hay que darle la oportunidad a los jóvenes” o que “se necesita sangre nueva”. Pero, ¿apoyarían un candidato joven que genere renovación política?, y los más difícil ¿trabajarían juntos con él candidato joven en el departamento?

Existen algunos pocos candidatos jóvenes que empiezan su carrera política de la mano de políticos tradicionales; hasta ahí todo está bien, la experiencia de estas personas les permitirá no equivocarse ni desilusionar a la ciudadanía. El problema es cuando empiezan adoptar las mismas costumbres es decir, gastar grandes sumas de dinero para dar regalos y ofreciendo puestos y contratos públicos a diestra y siniestra. Dejar que sus campañas sean financiadas por políticos, contratistas o funcionarios públicos que manejan entidades oficiales de manera inescrupulosa. Y lo más triste caer en los mismos discursos vacíos, que no reconocen la verdadera necesidad del territorio dejando en visto su poca capacidad de entender los problemas públicos y, sobre todo, de ofrecer soluciones concretas y adecuadas para sus comunidades.

Pero no debemos perder la esperanza, en la actualidad hay muchos jóvenes inquietos con ganas de liderar procesos, jóvenes que desean un verdadero cambio. Estos jóvenes que no se quedan en un estado de queja continua por redes sociales, de conformismo o de indiferencia, sino que con mucha coherencia se preparan y se mantienen alejados de las prácticas y políticos tradicionales. Muchos tienen una sensibilidad social muy alta y trabajan con un interés real en el progreso y empoderamiento de sus comunidades y no por simple oportunismo en tiempo electoral.

Debemos entender que la verdadera renovación política y social solo vendrá de la mano de aquellos jóvenes y caqueteños que sean conscientes del daño que el clientelismo y la cultura de la ilegalidad le hacen a las instituciones y que por eso guardan coherencia entre lo que critican y lo que hacen; de jóvenes preparados para liderar con visión, transparencia, solidaridad y humildad la transformación de un departamento que espera por un cambio.

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