Es mucho el vacile que hay con la localidad de Suba con respecto a las grandes distancias que hay que recorrer para ir de un lado a otro de la ciudad. He aquí algunos de los mejores chascarrillos: ¿A Suba cómo le llaman? Le llaman muy, muy lejano; ¿En dónde queda Suba? En el infinito y más allá; La vida es muy corta para vivir en Suba; Para ir de Suba al centro se necesita operación retorno; y la de la escena del Rey León donde el padre de Simba le dice: ¿si ves dónde se oculta el sol? Más allá queda Suba.
Fuera de chiste, tal situación no está lejos de lo infortunada que ha sido nuestra localidad de Suba con todo y ser una de las más grandes en territorio, inmensa su población y con gran potencial. Infortunada, menciono, en cuanto a quienes han guiado sus destinos.
Recientemente, se ha dado a conocer la apertura del proceso de elección de su mandatario local, al igual que en otras siete localidades de la ciudad de Bogotá, producto de posibles actos de corrupción que se ciernen sobre dichos mandatarios elegidos por el Alcalde Enrique Peñalosa en el 2016. En el caso de Suba, hace más de 10 meses quedó sin alcalde local por la renuncia de Edgar Andrés Sinisterra, quien irresponsablemente dejó el cargo, continuando así con la vorágine a la cual esta localidad la han tenido sometida desde los años noventa con administraciones desastrosas y cuyo desmadre es evidente.
Y es que haciendo un recuento de los alcaldes locales en Suba, comenzando por la alcaldesa Martha Rocío Pinzón a la cual un grupo de ediles denominados SAS a principios de los noventa le hicieron uno de los más recordados controles políticos y además el primer cabildo realizado en la localidad por el grupo llamado “Suba 2000” —el cual era la confluencia de varios sectores de la localidad— los cuales hicieron tambalear a su administración por su presunta corrupción.
En la historia más reciente de los alcaldes locales encontramos a la señora Mercedes del Carmen Ríos (2004) condenada por corrupción y a Rubén Darío Bohórquez (2008) implicado en el carrusel de la contratación. También, a la alcaldesa Marisol Perilla, quien fuera inhabilitada para ejercer cargos públicos por 12 años.
Pues bien después de este panorama lo que uno esperaría es que el nombramiento del nuevo alcalde responda con las expectativas de una localidad que merece estar en el plan A de la Bogotá Mejor Para Todos, pero aterrénse, es de no te lo puedo creer, nuevamente el exalcalde que renunció a su cargo Andrés Sinisterra se postuló para estar en los candidatos. Por fortuna no pasó el examen, quería ser reelegido como alcalde.
Bienvenidos los memes, solo queda reír ante tanta barbaridad junta y esperar a que sea la misma ciudadanía quien definitivamente tome el control de su propio destino, le ponga un alto a tanta arbitrariedad y le envíe un mensaje a los 11 ediles de Suba, cuya función es designar la terna. También, al alcalde Enrique Peñalosa quien tiene que elegir de esa terna. No podemos estar dispuestos a seguir permitiendo que la corrupción, la desidia y la disfuncionalidad administrativa sean las ternadas.
La gente no aguanta más que se juegue con sus expectativas, pero no porque no haya una ciudadanía comprometida, sino por unas autoridades que no han estado a la altura de los acontecimientos.
Merecemos un mejor destino y definitivamente hay un despertar en las gentes de Suba siendo la ALO y la Reserva Van der Hammen una oportunidad para que el Alcalde Peñalosa a través del nombramiento del nuevo alcalde local concilie con la ciudadanía lo más conveniente para la calidad de vida de esta hermosa metrópoli y no sea terco en construir a mansalva.
Mientras tanto me despido desde este pedacito de cielo que es Suba, muy, muy lejano del pedazo de cielo que es Bogotá.
Último regate: Se requiere una cosa importante que el burgomaestre Peñalosa acometa y es la necesidad de una depuración de la Policía de Suba. Eventos como la muerte de Diego Felipe el grafitero, agentes haciendo parte de bandas delincuenciales y el joven incendiado en la rivera del río Juan Amarillo como los casos más representativos demuestran que esto no es una cuestión de manzanas podridas.