Enseñar para la vida en medio de la inmediatez tecnológica nos ha puesto en el camino de la pausa y la reflexión. La capacidad de comunicarme con el otro para expresar mis sentimientos o emociones lo realizo a través de iconos o imágenes que permiten transmitir lo que se quiere dar a conocer. Los sentimientos y el diálogo face to face se relega a un simple click; entonces en medio de todo este cultivo de costumbres tecnológicas que vamos adquiriendo el sentido de la comunicación va modernizándose al punto de permear cualquier espacio.
Transmitir sentimientos o cualquier tipo de interpretación está siendo dada por la relación fuerte de la tecnología con sus aparatos modernos que ejercen en la comunicación de las personas una aparente mediación como canal de comunicación, pero en realidad es el dominio de la interacción del uno con el otro. Sin embargo, la intención comunicativa tímidamente se rehúsa a verse reducida a simples iconos, exigiendo una intervención más humana para defender las habilidades discursivas y pragmáticas de la expresión de sentimientos y emociones.
No obstante, la constante reducción de expresiones verbales y escritas sugiere una mirada para el análisis y la reflexión, puesto que la modernidad provista de cualquier elemento tecnológico que facilite cualquier comunicación dará elementos para sustituir la capacidad humana de expresar sentimientos y emociones; lo cual nos alejará del propósito de desarrollar unas competencias comunicativas más humanas, pero en cambio están fortaleciendo las personalidades digitales. Esto no pretende desligarse de la tecnología, por el contrario, se busca que seamos más humanos y conscientes de no perder la sensibilidad.
Teniendo en cuenta que la sensibilidad permite desarrollar competencias de comunicación imperceptibles a las maquinas y hacer uso de ambas es complejo, un camino interesante en el que podría interesarse más es en cómo las competencias comunicativas podrían fortalecerse sin perder su esencia y humanidad a través de la tecnología. Es por ello interesante pensar que en la vida cotidiana los patrones en torno a la educación digital son muy bajos, la conciencia colectiva gira en herramientas o aplicaciones del móvil que no le permiten razonar frente a unos alcances de aprendizaje y mejora de sus competencias comunicativas. Estaríamos utilizando el nuevo lenguaje digital pero sin poder sentir en realidad el sentimiento mismo.
Considerando que estas construcciones sociales se están generando en espacios virtuales, la efectividad en la comunicación no se pone en duda. Es cierto que esa interacción provee elementos para alcanzar una alfabetización digital y un ampliación en el conocimiento y la cultura, pero las características que se dan al momento de interactuar con el otro en su gestualidad (entonación, tono de voz, postura corporal, etcétera) son elementos que integran los componentes humanistas del contacto voz a voz con el otro. No es esto una oposición al boom tecnológico, es encontrar un punto de equilibrio en el cual las competencias comunicativas en el ambiente digital adquieren un rigor que las conviertan en unas nuevas competencias comunicativas denominadas “multimodales” (Cassany, 2004), en las cuales se plantea que se deben tener además de las competencias comunicativas unas habilidades en el manejo del aspecto digital que le permitan lograr lo que se propone comunicar.
En efecto, si desarrollar las competencias comunicativas de índole multimodal nos acerca a la realidad que se vive socialmente con la tecnología, nos propone retos aún mayores en torno a los espacios reales en los que interactuamos y los cuales representan una sensibilidad humana que no es posible que sienta la máquina; pero que en la expresión a través de los diversos recursos que se encuentran es posible un acercamiento a la expresión de aquello que no podemos tocar pero que recrea la posibilidad de imaginarlo o verlo.
Finalmente, es indudable que las características de la sociedad de hoy en día están permitiendo llevar una relación cercana e intensa con lo que tiene que ver con la comunicación y la tecnología. Surgió un mundo que acercó al otro y derribó fronteras permitiendo relacionarse sin necesidad de verse o tocarse; movilizando pensamiento y estableciendo nuevos parámetros para las competencias comunicativas tradicionales dejándolas evolucionar y estar al paso de un mundo que es cada vez más veloz.
La escuela y la sociedad nunca podrán escapar a los retos y desafíos de la modernidad que implica el uso de la tecnología.