Deisy Méndez, también Cloe como la conocen normalmente en las calles de Bogotá, es el sobrenombre artístico que lleva esta joven amante al arte urbano. Esta artista se especializó en crear y producir grafitis orgánicos (son aquellos grafitis que combinan varios estilos en su diseño, el más común es aquel en el cual combina letras con objetos, así se crea una composición clara y bastante gráfica) pretendiendo mostrar dos de sus cosas favoritas, el posicionamiento de las mujeres y de sus animales favoritos, es decir, los marinos.
Su inicio en este arte fue a mediados de 1998, mientras ella cursaba sus últimos años de bachillerato, donde en sus viajes de regreso a casa encontraba paredes llenas de dibujos o firmas de muchos colores, los cuales se aliarían para crear el gusto por esta cultura. Además, su inclinación artística se reforzaría aún más cuando en sus tardes libres se reunía a montar tabla, skate como se conoce regularmente, junto a sus amigos en Soacha (Cundinamarca), municipio en el cual vivió su infancia, o con sus compañeras de colegio que compartían el mismo interés.
En la transición de los años, Cloe perfeccionó a tal punto esta habilidad de portaba en sus manos que era contratada junto a sus amigos para realizar cualquier mural o trabajo artístico. Ella es una mujer conocida en el medio y, aún más, la consideran una crack en el ejercicio de pintar y retratar aquellos mensajes que buscan significar la crudeza de esta sociedad, por lo que se considera una “grafitera crítica”.
Pero el 19 de marzo de este año todo cambiaría para ella, o al menos para su mundo, en razón a que el gobierno nacional decretó cuarentena obligatoria a nivel nacional para mitigar o contrarrestar los efectos del coronavirus, lo que sería algo fatídico para su carrera y profesión, porque esto provocó que su única fuente de ingresos se suspendiera, no podía salir, por lo que no podría pintar… ¿Pero cómo vivir? ¿Cómo sostendría a la familia?
Cloe llegó a tal desesperación que intentó terminar un trabajo pendiente, en su búsqueda de reunir un dinero para poder sobrevivir estos días, pero nunca llegó a pensar que fuese a ocurrir lo que vendría en camino…
De un momento a otro, todo se volcó a una situación muy incómoda para ella, dado que como no estaba cumpliendo la cuarentena, llegaron dos agentes de policía que de forma déspota y grosera pidieron sus documentos, uno de estos agentes empezó a hacer comentarios despectivos sobre el arte y su gremio, en específico a Carolina le afectó un comentario realizado por el uniformado: “Usted, toda una mujer y pintando paredes, debería estar cocinando o lavando”.
Debido a ese comentario ella literalmente lloró de rabia. “Me sentí agredida, muy impotente, pero nunca arrepentida de lo que hago”, expresó Cloe, que tras esas palabras fue transportada a la Estación de Policía del barrio de Fontibón. Allí fue ingresada a una reja donde esperarían un carro que los llevaría a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ). Allá, con el pasar varias horas y tras varias solicitudes que hizo para ir al baño (ante las cuales no recibió respuesta), empezó a buscar dentro de las instalaciones por sus propios medios; acción que no gustó a un policía, que al verla moverse tanto provocó que una agente la esposara a una reja de la estación.
“Estuve en una reja por más de dos horas, a tal punto que no me dejaron ir al baño”, esto provocó que Carolina orinara prácticamente en el lugar en el cual la dejaron. La agente de policía al ver esto le preguntó que si quería limpiar y lavar los baños de la estación, o ir a la UPJ, por lo cual aceptó limpiar… Ir a la UPJ hubiese significado durar 24 horas allí, pero estos tratos le trajeron varias preguntas a la grafitera… ¿Todo este atropello por no cumplir la cuarentena? ¿O simplemente lo hicieron por ser una “ñera” grafitera?