Si uno por curiosidad o por alimentar y estructurar mejor el conocimiento investiga qué significa automático en el diccionario, se encuentra que este adjetivo, en lo masculino como en lo femenino, representa un mecanismo que funciona por sí solo o que el proceso, parcial o total se ejecuta sin la ayuda humana.
Pero si este adjetivo lo asociamos con el pensamiento, nos direcciona a que todo acto mental se hace, materializa, sin racionalizar. Es decir, el pensamiento es automático, con distorsiones, desviaciones cognitivas (sesgos); en última instancia es una cognición negativa. En consecuencia, significa que sus productos, como son sus ideas, creencias, imágenes, sentimientos y en general sus representaciones mentales, orientan la conducta o la moviliza es a través del racionamiento emocional. Es una persona reactiva, que actúa de acuerdo con las circunstancias externas, sin determinar su forma de funcionar (mecanismos) y mucho menos haber previsto o anticipado los posibles hechos y sus consecuencias. Podríamos decir que estas personas son pasivas.
Los sistemas mecánicos son un conjunto de dispositivos, elementos o componentes sociales, sincronizados, diseñados para transmitir y transformar movimientos y fuerzas que deben responder de acuerdo con el problema que se desea solucionar, proveniente de una necesidad. Son formas de observar, entender y ver la realidad social como la interacción de sus mecanismos como la cultura, valores, tradiciones, educación, identidad, convivencia, etc.
El razonamiento mecánico, como proceso psicológico, permite identificar los componentes principales, como secundarios de un mecanismo, su relevancia como contexto, para inferir o determinar su interactuar y de hecho su funcionamiento y en consecuencia determinar cómo cambiarlo, eliminarlo o mejorarlo.
Retomando a Augusto Comte, quien NO hace una distinción entre la política y la ciencia, expresa, que este es un pensamiento hibrido entre lo que puede expresar un ser humano y los procesos sociales identificados como una máquina (modelos de organización social), la cual actúa como medio para entender los procesos sociales que no son otra cosa que la materialización de la razón. Para él la Política debe ser una ciencia positivista, que debe ir más allá de los deseos y opiniones, que debe ser organizada y administrada con criterios racionalistas y funcionales (científico social).
Elaborando una analogía con el vehículo, vías o espacios por donde debe circular, el embrague y quien direcciona o maneja el vehículo (entidad del estado), podemos decir que los espacios de circulación para el vehículo son las problemáticas sociales o comunitarias (desempleo, salud, educación, vivienda, peajes, vías, expectativas de vida, señales tránsito, convivencia, seguridad, etc.). El conductor es quién debe tomar las decisiones para lograr la mejor circulación en esos escenarios, determinar los arreglos y mejoras; y el embrague es el que permite o facilita, hacer el cambio, para bajar, regular la velocidad y en ese momento preguntarse: ¿cuál debe ser la mejor decisión, para optimizar esos escenarios y darle cabida, lo ideal, a todo el mundo, si no, por lo menos a la mayoría.
Con relación a lo anterior miremos esta perspectiva y comparemos. La señora María Fernanda Cabal Molina subida en una tractomula, y en redes sociales, oficializa su candidatura a la presidencia de la República de Colombia, con mucha antelación a las elecciones (2026-2030) y se expresa así: “Se acuerdan cuando los ‘petristes’ decían que el cambio, era en primera, pero con caja de cambios de aquella que, ponía la primera, soltaban el clutch y se apagaba, el carro, o esa primera en subida, que terminaba quemando la caja no. El cambio es en automático, el cambio no es con el socialismo de ideas arcaicas, el cambio es a lo moderno. Vamos a hacer, la primera vez, que tenemos la oportunidad de tener una mujer en la presidencia. Eso sí es el cambio.”
Lo anterior si lo evaluamos como problemas de comportamiento, y le damos una mirada inicial desde la perspectiva de la familia, a eso se le llama comportarse mal, de manera no deseada, es ponerse en contra de su autoridad, contexto, sin justificación o argumento alguno. A este trastorno se le llama “trastorno de oposición desafiante”. Se caracteriza por negarse a cumplir las reglas, normas, ser rencoroso, dañar al otro de forma deliberada sin coartada, transferir o proyectar los errores, defectos, carencias o mal comportamiento al otro. Desde otra perspectiva sería “lavarse las manos” (Poncio Pilatos), señalando con ello, que él o ella no forma parte en las decisiones que se toman. Se sigue desprestigiando, censurando y no criticando.
Pero… ¿qué podemos decir cuando este tipo de comportamiento (trastorno de oposición desafiante) va direccionado a los espacios sociales? Frente al comportamiento per se es el mismo, desobediente, oposicionista, negativista, hostil, desafiante, agresivo, irritable, molesto o antisocial, etc. La discrepancia o diferencia se encuentra en el tipo de sujeto sobre el cual recae este tipo de comportamiento (autoridad política, organizaciones sociales, clases sociales, población, etc.) y su contexto, es decir el espacio donde el hecho se configura (político, laboral, educativo, social, espacio público, salud pública, etc.).
Para finalizar, si queremos un país automático, a nuestros niños desde pequeños se les debe suministrar un biberón automático, con dibujos animados y después se le dotará con un celular, para que este aparato le indique qué, cómo, cuándo y dónde debe hacer las cosas que se le señale. De esta manera no se le exigirá que piense, ni siente, si no que actúe. Ya no se le dirá estudien vagos, si no, chicos, chicas hagan caso.