Luego de que el gobierno del presidente Iván Duque decidiera retirar la polémica propuesta de reforma tributaria el pasado 2 de mayo por las manifestaciones en su contra, la duda sobre qué otra fuente de ingresos podría explotar el Estado para llenar el vacío fiscal generado por la pandemia ronda por la cabeza de los colombianos.
Los primeros en promover posibles soluciones fueron los manifestantes, quienes se sentían indignados con la anterior propuesta porque excluía o inhibía la existencia de la clase alta del país quienes, según los manifestantes, por tener mayor capacidad adquisitiva hubieran soportado mejor los impuestos que se les hubieran atribuido. Este discurso que intentaba encontrar fuentes de recursos para llenar el hueco fiscal también estaba dirigido a las empresas que durante la pandemia recibieron beneficios del gobierno para que sus perdidas disminuyeran.
Por supuesto, en un país donde, según el Dane, 21′021.564 millones de personas (42,5%) vive en condición de pobreza y 7′470.265 millones (15,1%) vive en pobreza extrema, resulta más racional extraer los recursos necesarios de la clase alta del país, sin embargo, el umbral de ganancias para ser considerado como tal es de tan solo 3 millones de pesos mensuales, una ganancia relativamente baja si se compara con los umbrales de otros países.
¿Entonces qué otras fuentes nos quedan? Para Jaime Jaramillo, profesor y economista de la Universidad del Rosario, extender el impuesto a los patrimonios resulta fundamental. Según el reporte de riqueza global del banco Crédit Suisse, para 2019 en el país había 39.676 personas que tenían riquezas superiores a 3.000 millones de pesos. Sin embargo, aunque en la anterior propuesta estaban contemplados impuestos para esta población, aplicaban únicamente a aquellos con patrimonios superiores a los 5.000 millones de pesos, que equivalen a tan solo 7.000 personas, aproximadamente. Es por ello, por lo que el economista considera que la imposición de impuestos a patrimonios mayores o iguales a 3.000 millones de pesos podría equivaler un recaudo importante para mitigar los problemas económicos de la pandemia.
Entre otras propuestas, Jaramillo hace énfasis en varias fuentes de recaudo que resultan importantes en la coyuntura actual. En primer lugar, quitar las exenciones “absurdas que favorecen a algunos sectores” productivos y que no las requieren; como el financiero y el agrícola. En segundo lugar, implementar un sistema de impuestos que van desde el aumento en el impuesto de dividendos, que son los pagos que reciben los accionistas por invertir en empresas. Crear impuestos para el consumo ostentoso, referido a cobrar a la clase rica por compras basadas en los lujos y no las necesidades y finalmente impuestos a bebidas azucaradas e impuestos verdes que, para evitar problemas con los sectores productivos, sean medidas monetarias transitorias, no permanentes, que permitan ayudar en el recaudo de los fondos necesarios.
Sin duda alguna estas propuestas, que están dirigidas hacia la población verdaderamente millonaria de Colombia, pueden constituir un aporte importante que además sería del agrado de los millones de colombianos que exigen medidas económicas más estrictas para los ricos del país. Sin embargo, el economista y profesor de la Universidad Javeriana César Ferrari, considera que los impuestos no son la solución para salir de esta crisis.
Según el economista, la situación actual que fue precedida por una desaceleración de la economía requiere de otras soluciones que permitan estimular los procesos económicos del país. “Mientras eso no ocurra no se va a producir una recuperación de los ingresos tributarios” afirma Ferrari. Es por ello que mencionando los manuales de economía, César afirma que esta recuperación es posible por medio de un recurso exógeno y el único recurso exógeno conocido es el gasto público. Por lo cual, propone estimular proyectos de inversión que sean rápidos y de fácil ejecución que permitan generar empleos, los cuales aumenten los ingresos, y que al mismo tiempo generen un aumento del consumo y por ende, un aumento en la producción que culmina con un crecimiento de la economía.
Un modelo que ha sido empleado en otros países de primer mundo como Estados Unidos y que ha funcionado relativamente bien en cuanto a la recuperación de la economía estatal de cada uno. Sin embargo, las condiciones de nuestra economía difieren abismalmente de aquellas del primer mundo. Por lo que, no existe garantías concretas que permitan afirmar, además de los recursos teóricos, que esta estrategia pueda garantizar que nuestro país supere la creciente crisis económica provocada por la pandemia.
Carlos Sepúlveda, decano de la facultad de economía de la Universidad del Rosario tampoco está de acuerdo con incrementar la deuda a partir del gasto público, puesto que tenemos “una deuda con una tendencia a decrecimiento muy fuerte que pone en riesgo la sostenibilidad de esta y nos puede llevar a una perdida del grado de inversión ”
Por su parte el director de la carrera de economía de la Universidad Javeriana Adrian Garlati, otorga una solución que encuentra un punto medio entre las anteriores, puesto que, propone que el gobierno debe implementar una reforma tributaria que no busque incrementar el déficit por medio del gasto público como propone Ferrari, pero tampoco reducirlo por medio de grandes sistemas de impuestos como lo menciona Jaramillo. Puesto que las condiciones actuales, no permiten que el desarrollo de ambas propuestas sea implementado de manera correcta.
Teniendo en cuenta los posibles riesgos económicos de afectar excesivamente la clase alta y el contexto político dividido del país, Garlati afirma que no es adecuado formular una reforma estructural, por lo que la respuesta por parte del gobierno debe ser muy concreta y sencilla para la coyuntura. Por ello, propone que un proceso ideal de recaudación sería intentar gravar únicamente en aquellos sujetos más ricos de la población, teniendo en cuenta, no sus ingresos laborales, sino sus ingresos totales. Este proceso también es aplicado a empresas, en las cuales se intente gravar solo a las más grandes que operan en el país.
Entendiendo las limitaciones económicas actuales y los diferentes intereses económicos y divisiones políticas del país queda por hecho que esta podría ser la solución más ideal y realista para intentar mitigar de manera inmediata el hueco fiscal generado por la pandemia y además sobrellevar una crisis que lleva azotando no solo al país, sino al mundo desde hace un año.