Se dice que, antes de suicidarse, Adolf Hitler se excusó por la muerte de los aproximadamente 50 millones de personas asesinadas por su ideología puritana y nacionalista, señalando que era inocente de todo lo que había ocurrido, y que si había algún culpable ese tenía que ser el pueblo que lo eligió.
Cuando leo mensajes de personas que insisten en apoyar a Uribe y su ideología puritana y nacionalista, me pregunto: ¿por qué defender a capa y espada a una persona? ¿Acaso los que lo defienden son familiares, parientes, le deben favores? O peor aún, ¿son desadaptados que no ven, no oyen ni sienten el sufrimiento de los demás?
Lo digo porque ni siquiera los dioses griegos se escapaban de ser criticados por sus propios seguidores. ¿Por qué defender a un ser humano que, por su propia naturaleza, comete errores, tiene sentimientos de envidia, odio, celos, resentimiento, avaricia y todos los demás defectos?
Entiendo perfectamente la posición de la gente bien, aquellos empresarios que apoyan ciegamente a Uribe, ya que lo hacen para defender sus propios intereses económicos y políticos. Pero ¿qué pasa con aquellas otras personas, los desconocidos, esos invisibles que siguen apoyando ciegamente a Uribe?
Quizás para esas personas, que no tienen intereses de nada, que son los fans de Uribe, pueda existir una explicación más allá de una posible demencia. En este caso, considero el argumento del autor Jean-François Lyotard respecto a la posmodernidad, en el sentido de que ese tipo de ciudadanos que idolatra a Uribe lo hace por pura revancha hacia la intelectualidad; entonces deciden creer, a pesar de todo, en aquello que va en contra del sentido común.
Lo anterior se agrava por la manipulación de masas que, según el analista Manuel Castells, ofrece el poder de los medios de comunicación.
En ese caso, considero que es necesario mostrar sensibilidad y compasión por esos fans uribistas, reeducarlos y mostrarles que, como dice Armando Manzanero, no es nada personal, que no se trata de Uribe ni de nadie, que se trata es de tener sensatez frente a las realidades que vive Colombia.
Se puede explicar por qué hay fans terraplanistas (que creen que la Tierra es plana), por qué hay fans negacionistas del cambio climático, por qué hay activistas antivacunas, pero no queda tan fácil explicar por qué hay fans uribistas.