Nos preocupa sobremanera el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2022 que no plantea una solución de fondo al problema de financiación de la educación pública en todos sus niveles. Con ello, conmina el país a muchos más años de subdesarrollo e inequidad.
Nos preocupan las condiciones precarias e indignas de las escuelas, colegios y universidades públicas del país, el recorte sistemático y progresivo de los recursos de gratuidad que anualmente gira el gobierno nacional a las instituciones educativas oficiales, obligando a los rectores y consejos directivos a ajustar sus presupuestos, descuidando un sinnúmero de necesidades para el buen funcionamiento. Nuestros estudiantes deben recibir sus clases en las peores condiciones físicas, locativas y ambientales, en sillas que constituyen un riesgo ergonómico, causando problemas y enfermedades músculo esqueléticas.
Nos preocupa la desidia, descuido y abandono estatal a la problemática del suicidio, el consumo de sustancias psicoactivas, las enfermedades psicológicas, los niños con necesidades educativas especiales, la falta de bibliotecas y espacios de esparcimiento y aprendizaje en los municipios. Los directivos, docentes y personal de apoyo no tenemos los recursos, la formación ni la capacidad para afrontar tantos retos y peligros que afronta la niñez y juventud colombiana.
Nos preocupa la paz del país, condición indispensable para una vida digna en sociedad. La cual se está viendo atacada y torpedeada por un partido de gobierno que prometió en campaña hacer trizas los acuerdos con las Farc y hoy está cumpliendo este macabro propósito. Nos preocupa la Jurisdicción Especial para la Paz, sus jueces, magistrados y defensores, que están siendo atacados, perseguidos y acosados por los enemigos de la paz, la justicia, la verdad, la reparación y, sobretodo de las víctimas y sus derechos.
Nos preocupa la vida, honra y moral de los educadores del país, quienes venimos siendo hostigados, insultados, acosados y atacados por algunos sectores políticos y periodistas, en sus constantes señalamientos de adoctrinadores, de enseñar solo mentiras o información parcializada, de quitarle el sentido crítico a nuestros estudiantes, de tener ideas desastrosas para el país, de apoyar el régimen de Maduro, de utilizar a nuestros niños como escudo para defender nuestras posturas políticas, de apoyar el régimen narcoterrorista de Nicolás Maduro (ver), de ser manipuladores y secuestradores de nuestros estudiantes (escuchar del minuto 1:30 al 3:10).
Nos preocupan principios fundamentales y universales de la educación como la libertad de cátedra, ya que estos sectores se empeñan en cercenar a los maestros su capacidad crítica y reflexiva, se sienten con la autoridad moral y profesional para imponer a los educadores qué es lo que deben y no deben hablar en sus aulas a través de leyes y resoluciones dictatoriales. Nos preocupan los más de 2 millones de niños entre 1 y 5 años que no tienen acceso a una educación de calidad.
En fin. En muchos espacios y discursos las personas (y hasta los docentes) manifiestan estar en desacuerdo con los paros de los maestros. Se afirma que no sirven para nada, que son una pérdida de tiempo, que atentan contra el derecho a la educación de los niños, niñas y adolescentes, que llevamos 30 años con los mismos problemas y el sindicato nunca ha podido resolver nada. Entonces la pregunta es: ¿nos quedamos sentados, callados y cómodos hasta que el gobierno nacional resuelva de fondo el problema de la financiación de la educación pública?, ¿esperamos a que “la reseca muerte nos encuentre vacíos y solos sin haber hecho lo suficiente”?