Si un niño de cuatro años conduce un automóvil, eso es una gran ilegalidad e irresponsabilidad. Si lo hace un adulto, que está sobrio, conoce las normas, tomó el curso, pasó el examen médico y tiene su pase, no hay problemas. ¿Por qué? Sencillo: aunque los autos matan más seres humanos que cualquier guerra, droga o grupo terrorista, es imposible y hasta descabellado prohibirlos; por eso conducir es legal siempre y cuando se cumpla con las reglas para hacerlo de manera responsable.
Como el ejemplo de los autos, el neurocientífico, Carl Hart de la Universidad de Columbia, ofreció muchos otros ejemplos, además de evidencias científicas sobre la manera como se han sobredimensionado los efectos nocivos de drogas como la marihuana, la cocaína, el crack y las metanfetaminas, con el loable fin de alejar a los humanos de su consumo a través de la guerra contra las drogas, iniciada en la década de los años 70’s durante el gobierno de Richard Nixon y replicada por muchos países, entre ellos Colombia. Sucedió durante el Foro 25 Años de la Política contra las Drogas, realizado la semana pasada en Bogotá, con el propósito de revisar los aciertos y fracasos de dicha política y escuchar a investigadores del tema.
¿Qué nos ha dejado la guerra contra las drogas? Veamos cifras colombianas: erradicar una hectárea de coca cuesta 57.000 dólares (lo mismo que tres viviendas de interés social), entre 1994 y 2014 han muerto 76.000 personas durante la labor de erradicación, se han asperjado dos millones de hectáreas, se destruyeron 28.334 laboratorios ilegales de coca y se incautaron 1.890 toneladas métricas de cocaína.
A pesar de todo este esfuerzo descomunal, el consumo nacional de marihuana y cocaína se duplicó durante una década, aún tenemos 50.000 hectáreas de coca sembradas y miles de laboratorios ilegales, microtráfico, narcotráfico y violencia urbana y rural generada por el comercio ilegal.
Como se preguntó el presidente de la República durante la instalación del Foro: ¿Es eso lo mejor que podemos hacer?
Evidentemente no. Colombia está en mora de debatir su política contra las drogas y desligar a los adictos, consumidores y campesinos que siembran coca del narcotráfico y la criminalidad del comercio de estupefacientes, porque son dos cosas diferentes.
Afortunadamente se comienzan a escuchar voces experimentadas, extranjeras y nacionales, con propuestas como la legalización de las drogas, en principio con fines de salud y sobre todo la regulación de su consumo.
¿Por qué hay que regularlo?
Porque ya es una realidad, existen los adictos y los consumidores ocasionales de drogas; los primeros con la necesidad de ser atendidos en su adicción (reducción del daño, dosis, controles) y los segundos como parte de la humanidad que trabaja, paga impuestos, cumple las normas y ocasionalmente ingiere drogas. En este segundo grupo se encuentran entre el 80 y el 90% del total de los consumidores de drogas en el mundo. Es decir, que solamente el 10 o 20% de quienes las consumen son realmente personas adictas que necesitan tratamiento para su adicción.
“Soy científico y lo que hacemos es que tenemos la tendencia a equivocarnos porque hacemos énfasis en lo negativo y en los motivos malos ya que no queremos dar la impresión de que las drogas son buenas” explica el doctor Hart y afirma que “La mayoría de las personas que utilizan las drogas que a nosotros nos preocupan, no tienen ningún problema. La marihuana, por ejemplo, puede llevarte a la Casa Blanca, pues los últimos presidentes afirmaron que la consumieron”
Es una realidad: las drogas no van a desaparecer de la faz de la tierra ni de las adicciones humanas. Y pueden ser tan dañinas como cualquier otra adicción conocida, todo dependerá de la manera en que se regule su consumo y utilización de manera responsable.
Prohibirlas no inhibe a quienes las consumen. Solamente despeja el camino para su tráfico, comercio y elaboración ilegal por grupos y bandas criminales que extorsionan campesinos y compran cultivos a un precio ínfimo obteniendo ellos el mayor precio de la cadena.
Como lo dijo, al final del Foro, el doctor Ethan Nadelman, director de Drug Police Alliance, “ Un mundo libre de drogas es una utopía y creer que vale la pena pagar el precio de la guerra contra ellas en presos, muertos y dinero es como hacer una cruzada con desastrosos resultados. No ha existido una sociedad libre de drogas en la historia de la humanidad, ni siquiera hemos podido con el tabaco o el alcohol.
Ahora: ¿les preocupa que se dispare el consumo de drogas cuando sean legales? Entonces deben preguntarse quiénes son esas personas que saldrán a consumir apenas se legalicen. Porque los adictos ya las consumen, los jóvenes también las consumen cuando desean hacerlo, ¿entonces? ustedes y yo.”