Ante todo, toca diferenciar lo inminente de lo eventual o simplemente posible:
Lo que parece inminente en las elecciones es que Petro entrará a la segunda vuelta; que se producirá una ‘toconpetro’ (todos contra Petro) alrededor de quien quede también en la segunda vuelta; y que, independientemente de quién gane, será mas que difícil la gobernabilidad para el ganador y futuro presidente.
La posibilidad de que gane Petro parece el fin del mundo para quienes lo ven o definen como el representante y futuro modelo de ‘castrochavismo’ en Colombia; los que anhelan el cambio y se oponen a la continuidad o mantenimiento de lo que tenemos ven como peor a todos y cualquiera de quienes compiten por ser el mejor respresentante del ‘establecimiento’. Como lo probable es que el resultado electoral sea muy cerrado y estas visiones contrarias están emotivamente muy polarizadas, no se puede descartar que lleguemos a confrontaciones y manifestaciones que acaben necesitando una intervención de fuerza e incluso alguna forma de discontinuidad institucional.
La guerra de Ucrania presenta cosas buenas y cosas malas en lo económico. El alza del petróleo sirve al Estado o a los particulares, pero no a ambos. Con el Fondo de Estabilizacion se impedirá la disparada de los costos de los combustibles para los consumidores (gasolina y gas) pero esto se cargará contra las cuentas del Estado. Se puede asumir que la totalidad del comercio con Rusia se congelaría (por la falta d e mecanismos financieros para las transacciones) cuando es uno de nuestros principales clientes sobre todo del sector agrícola (flores, carne).
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La guerra de Ucrania presenta cosas buenas y cosas malas en lo económico. El alza del petróleo sirve al Estado o a los particulares, pero no a ambos
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La posibilidad de que dure mucho la guerra no parece probable y menos aún que se llegue a las armas nuecleares; pero en la medida que esta se prolongue y se extienda como conformación de bloques, en Latinoamérica nosotros seríamos el escenario de esa confrontación.
Así las cosas, la interinidad del periodo entre los comicios del 13 de marzo y la elección del presidente -y aún después, hasta su posesión- estará caracterizada por la incertidumbre no solo de los resultados sino por lo que en ese intermedio se configure.
La simple posibilidad de que según las encuestas Petro ganara, obligaría a Estados Unidos a participar activamente en el proceso electoral -aunque claro soterradamente (como seguro ya lo está haciendo)-.
Y también como ya se está viendo, esa misma eventualidad (la de un triunfo de Petro) propicia la salida de capitales; no es difícil imaginar como sería la reacción y posición de sus opositores y cuál sería la inestabilidad de la economía en la medida que se prolongue la guerra.
Con la coincidencia de estas dos situaciones -incertidumbre respecto a la duración de la guerra e interinidad respecto a la orientación de nuestro futuro gobierno- resultamos siendo nosotros, Colombia, parte de los escenarios de la guerra fría (que nunca se ha enfriado), pero ni siquiera dentro de un contexto internacional sino internamente, entre nosotros…