Estigmatizar la protesta social es la más efectiva estrategia para debilitarla y deliberadamente ocultar las causas que la provocan. Es un viejo y trillado truco de manipulación de masas que los gobiernos totalitarios acostumbran poner en práctica ante hechos coyunturales. Personalmente, no caigo en esas estrategias mediáticas de la hirsuta derecha que siempre conducen al adormecimiento y al conformismo; además, los que se oponen a la protesta social desconocen que los derechos que hoy disfrutan fueron conquistados a través de la historia con sangre, sudor y lágrimas.
Ahora bien, los que hoy protestan no fueron los que asesinaron a Javier Ordóñez, ya que esto lo hizo la Policía Nacional, esa es la realidad. Y si bien es cierto que hay hechos condenables en las manifestaciones, la ira es muchas veces incontenible e inevitable, ¿acaso no fueron violentas las reacciones por la muerte de George Floyd en el país del norte? Sí, y en su momento no vi que a nadie lo tildaran de vándalo.
A raíz de los hechos violentos sistemáticamente provocados por miembros de la institución, sobrevino la ira de la ciudadanía, a la que hoy calculadamente estigmatizan. Siempre en Colombia se busca el muerto agua arriba, se dificulta comprender las causas de los problemas, se hace como que no se comprende o se cambia todo para que las cosas sigan igual.
Es por eso que prefieren mantener a la gente dividida y en una ignorancia oceánica, para luego manejarla e indicarle por quien votar. Le cercenan de un tajo lo más preciado de un ser humano: su derecho a rebelarse ante las injusticias.
Igualmente, no se gira en torno de un proyecto común, ya que es más rentable para la politiquera mantener la gente polarizada y dividida. Esta estrategia tiene logros tan grandes como poner a los colombianos a algo tan increíble como rechazar la paz, no votar masivamente una consulta anticorrupción, tener el absurdo y perverso pensamiento de que el Premio Nobel de Paz fue comprado o elegir en las presidenciales un títere.
Todo es calculado por la despiadada derecha que siempre ha gobernado con su brazo armado. Y la dosis de RCN, Caracol y las mañosas encuestas completan la moñona y ayudan bastante a posicionar en el inconsciente colectivo cosas absurdas e irreales.
Pedir perdón es un buen comienzo, pero debe ir acompañado de acciones de cambio o si no no se ha hecho nada. Las transformaciones tienen que ser estructurales, no maquillajes. Y como se desconoce la historia sería bueno informarse de que los abusos de la policía no son nuevos, sino que ahora existe la oportunidad de filmarlos y subirlos a las redes sociales.