Que si Putin es de derecha o de izquierda… ya nadie le pierde un minuto a andar por los meandros de una discusión tan inútil.
Para los principales analistas la cuestión radica en si Putin enloqueció o no. Y son muchos y muy importantes los expertos que comienzan a advertir su enorme preocupación ante los signos inequívocos de la locura.
No es para menos. Aún trepida en la memoria colectiva el pavor por las atrocidades que la humanidad tuvo que sufrir por cuenta de Hitler.
Que si Hitler era de derecha o de izquierda… ya nadie le pierde un minuto a andar por los meandros de una discusión tan inútil.
Han pasado más de 75 años desde su muerte en derrota y las librerías del mundo entero no dejan de abundar en las biografías que registran científicamente los rasgos de la locura de Hitler.
No obstante, es preciso destacar que el caso Hitler no es, ni mucho menos, único en la Historia. Hitler no ha sido el único loco desatado contra el mundo entero. Ha habido mucho Hitleres. Los Nerones, los Calígulas, los Mussolinis, los Stalines, los dictadores latinoamericanos, los Polpotes.
Han sido muchos. Demasiados, diría uno.
—La pregunta elemental: ¿Cómo es posible que haya habido tantos?
La razón es muy concreta:
—Deberíamos partir de la base de que el poder es una actividad de alto riesgo para la psiquis humana.
Se podría decir que todo ser humano que ejerce el poder corre un altísimo riesgo de enloquecer. Así de simple. Ello está científicamente advertido por los psiquiatras y los psicólogos.
No se trata simplemente de experimentar algún tipo de alteraciones psíquicas en el ejercicio del poder. De esas sí que no se salva nadie.
No conozco a la primera persona que no sufra ciertos cambios una vez llega a ocupar cargos de poder que significan eso: poder, fama, connotación, brillo, dinero.
Hasta allí, la cosa es normal.
El problema de fondo comienza cuando se supera la barrera de lo que se considera normal.
Aquí cabe un paréntesis.
—Cada día me convenzo más de que una de las grandes sabidurías de la democracia consiste en el hecho de que cada cierto tiempo hay que cambiar al gobernante.
Si resulta bien difícil, para cualquier ser humano, conservar los fundamentos de la cordura en el ejercicio del poder, termina siendo prácticamente imposible seguir siendo cuerdos cuando se prolonga casi que eternamente el ejercicio de dicho poder.
De alguna manera, uno de los argumentos para que los gobernantes roten con frecuencia es proteger a la sociedad y protegerlos a ellos de que caigan en la locura.
El poder enloquece.
En la vida no basta vivir. O por lo menos no debería de bastar. En la vida es fundamental aprender a vivir y no hay mejor camino, para ello, que aprender de la vida.
Siempre debemos de preguntarnos qué podemos aprender de lo que ocurre, de lo que nos ocurre, de lo que les ocurre a los otros.
Apenas elemental debería de resultarnos la pregunta del presente.
—¿Qué nos enseña la tragedia que está padeciendo Ucrania y qué el riesgo, el miedo y el dolor por las barbaridades de Putin?
Obviamente, nos enseña muchas cosas. De los errores de los unos y de los otros. De los argumentos de los unos y de los otros. De los intereses de los unos y de los otros. Del fracaso de los burócratas de los organismos multilaterales. De lo poco que pesa el sentido moral en la geopolítica y de la forma un tanto olímpica como todo el mundo lo acepta.
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Lo que más debemos aprender los colombianos de todo esto es que nunca podemos perder de vista el riesgo que tenemos de elegir a un loco que nos meta en una profunda tragedia nacional
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Pero lo que más debemos aprender los colombianos de todo esto es que nunca podemos perder de vista el riesgo que tenemos de elegir a un loco que nos meta en una profunda tragedia nacional.
Es un riesgo inminente, de todo pueblo, en toda etapa de la historia. Es el riesgo inminente de la política y del poder. Es un riesgo de la historia.
El que se sienta libre de ese riesgo que vaya tirando la primera papeleta del éxodo.
Que si Chávez y Maduro son de izquierda o de derecha, ya nadie debiera perderle tiempo a esa discusión que suena tan inútil.
Que si Daniel Ortega es de izquierda o de derecha, nadie más debiera perderle tiempo a esa discusión tan inútil.
Al igual que Putin. Al igual que Putin y Hitler. Por estos lares también hay unos locos sueltos que están causando verdaderos desastres para sus naciones.
Maduro y Ortega y Kirchner son locos dementes que han significado terribles dolores para sus pueblos.
Son locos por la corrupción, locos por la megalomanía, locos por la vanidad, locos por la arrogancia, locos por la violencia, locos por el autoritarismo, locos por lo mentirosos, locos por lo sinuosos, locos por lo perversos, locos por locos.
El que se sienta libre del riesgo de elegir a un loco, que vaya comprando la primera papeleta del éxodo.