Tan pocas veces Mario y tantísimas Benedetti. La vigencia de sus preguntas nos desborda: ¿qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco?, ¿solo grafiti?, ¿rock?, ¿escepticismo?
¿Qué está pasando en el mundo? Brasil, Ecuador, Colombia, México, Chile, Cataluña, París, Hong Kong y tantos y tantos puntos suspensivos… ¿Habremos enloquecido? Repentinamente, la generación humana que ha desarrollado la “inteligencia de las máquinas” y develado los planetas más allá de nuestro vecindario demuestra la profunda inconformidad con el statu quo existente. Ya ni tan siquiera queda espacio para las antiguas verdades. “No hay sitio para Dios en el universo”, en palabras del nobel en Física Michel Mayor.
"¡Evadir, no pagar, otra forma de luchar!", gritan los jóvenes chilenos. “No es de buena salud mental adaptarse a una sociedad enferma” es una consigna escrita en la espalda de un chaleco amarillo en la provincia de Côtes-d'Armor en Francia. Mientras en "las calles de Quito una vez más vibrarán de dignidad, coherencia y pasión por la patria" era la consigna más repetida en las multitudinarias marchas ecuatorianas.
Indudablemente estamos experimentando un profundo cambio en los paradigmas que como especie nos han definido. Pareciera que ya no estamos dispuestos a continuar alimentando esa asimetría entre los avances tecnológicos que no se han traducido en el mejoramiento en la calidad de vida de las mayorías.
Las cosas han cambiado ante nuestros ojos y ya es imposible no actuar frente a esta nueva realidad. Múltiples estudios científicos revelan cómo nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva a un ritmo 10.000 veces más rápido de lo esperado. "Nuestros padres discuten sobre el final de Juego de Tronos mientras el planeta se quema", recriminó Greta Thunberg.
Los metros, aeropuertos y calles del mundo se han llenado de aquellos grupos marginados, los antes invisibilizados dejan allí toda la impotencia de la vida que los tecnobárbaros han diseñado para someter la voluntad humana. Ya no es suficiente el neuromarketing que los medios de insensibilización, más conocidos como máquinas de prejuicios o de “un-información” utilizan para convertirnos en mendigos de cariño. Son otros tiempos.
Mientras tanto, esta sensación de que un día de estos no sé cómo, ni sé cuándo, los “portadores de sueños”, como los llamaba Gioconda Belli, serán realistas y los realistas serán los sujetos fríos que se abrigan con el pasado porque son seres de otro tiempo.