Rodrigo Jaramillo, de Interbolsa y los hermanos Nule, implicados en recientes escándalos por corrupción.
La sociedad colombiana ha tenido la perversa costumbre de llamar "gente bien" a los que considera de su misma categoría social, clasificando al resto como "gentuza." Esto no sucede sino en sociedades arribistas, excluyentes y discriminatorias como la nuestra. Cuando los padres aún tenían voz, ese calificativo determinaba la aceptación o el rechazo de la niña o muchacho que esperaba ser parte de la familia de sus suegros. Se suponía que esa "gente bien" tenía muy buenas costumbres, iba a misa, "cumplía" los mandamientos de la Iglesia y sobre todo, se ajustaba a la ley. Aunque hoy son los hijos los que mandan a sus padres, los nietos los que le enseñan a los abuelos a moverse virtualmente, y cuando el matrimonio dejó de ser un requisito, este concepto de "gente bien" permanece intacto en la mente de muchos sectores del país.
Por eso, muchos no salen de su asombro con lo que está pasando con la "gente bien". Los mayores escándalos de los últimos años han sido protagonizados precisamente por ellos: han asistido a los mejores colegios, a las universidades de élite, y han sido parte de los ricos de este país, ese 2,5% de la población que tiene muchísimo más que el promedio. Esa "gente bien" no puede afirmar que no tuvo oportunidades en la vida, que no conoce la ley; y menos aún, argumentar que desconoce cuáles son los valores que permiten vivir en sociedad. La mayoría proviene de familias modelos, y aunque no es la primera vez que el "gentebienazo" se cuestiona —porque antes también se vieron escándalos de "gente bien"— la diferencia es que ahora, sus líos son el pan nuestro de cada día.
Empecemos por lo último: el tema de tierras compradas de manera particular por grandes empresarios colombianos, "gente bien", apoyados por las más prestigiosas firmas de abogados, "gente bien" también, de Bogotá. Serán los jueces de la República los que decidirán si se violó o no la ley, pero sí queda en el aire algo turbio: estos sectores de "gente bien", que han asignado la culpabilidad total del conflicto interno a todo el mundo, la "gentuza", menos a ellos, que desprecian los acuerdos con las Farc porque no les convienen, no están exentos de culpa de lo que sucede en el país. Esa "gente bien" también peca, ¡y de qué manera! Muchos han sido oportunistas, que se han beneficiado de su capacidad de moverse entre lo legal y lo ilegal. Ojalá no sea así en este caso, pero no suena nada bien. Y no se trata de los políticos corruptos solamente sino de empresarios, algunos muy respetables, hasta ahora aún "gente bien".
Un segundo caso es el de Interbolsa donde ya ni la "gente bien" perjudicada, entiende lo que sucedió. Y lo peor es que cada día aparecen más miembros de este círculo, enredados en este mundo desconocido de Interbolsa, con explicaciones confusas y reconociendo que disfrutaron de la feria de los millones de dólares que hoy tiene confundido al país… Interesantes las explicaciones de la "gente bien".
Y el círculo lo cierran quienes empezaron este proceso recientemente, los Nule. Nadie en Barranquilla ni en la Costa ni en Bogotá a donde llegaron a clasificarlos como los "nuevos cacaos", se llegaron a imaginar que estos señores, porque no son ningunos niños, perdieran el norte de esta manera. Su actuar no fue precisamente el producto de lo que se supone le enseñan a la "gente bien" en los buenos colegios y universidades. ¿O será que en esas instituciones para "gente bien" no les enseñaron?
Se rompe de una manera dolorosa pero sana el mito de la "gente bien". Sano porque permite que todos nos comprometamos con crear un país distinto, que todos tengamos que aceptar nuestro grado de responsabilidad, que va desde los crímenes de los actores de la guerra hasta el pecado de los oportunistas, que usan sus privilegios para moverse entre lo legal y lo ilegal para su propio beneficio. Bueno, porque ahora todos podemos ser simplemente colombianos.
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