Nariño alcanzó a ser el tercer productor nacional de trigo del país. Incluso se logró posicionar la variedad Nariño, reconocida por su calidad y resistencia a las plagas.
Pero no solo fue el trigo, también fue el maíz y la cebada los productos agropecuarios que encadenados con una industria incipiente (molinos, transporte, embalaje y demás) fueron base del desarrollo departamental y promotor de empleo y emprendimiento formal sobre el cual generaciones enteras de propios y extraños construyeron futuro (¿Cómo no recordar con nostalgia El Cebadal, los trigales, Cresemillas, el IDEMA y otra tanta infraestructura que era fuente de trabajo y que hoy está destruida?)
La destrucción de miles de puestos de trabajo y el empobrecimiento del departamento que hemos vivido durante al menos los últimos 30 años ha llegado a tal punto que, para 2021, alrededor de 900 mil personas vivían con menos de $354.031 al mes (casi la mitad de la población) y el 14,2% de los habitantes de nuestro departamento no alcanzaban a ganar $162 mil pesos mensuales. [1]
Agricultores, campesinos, indígenas y sociedad en general en Nariño han entendido que resolver este problema pasa necesariamente por revertir la política promovida en el país de traer del extranjero lo que podemos producir en nuestro territorio. Esta posición se ha manifestado en múltiples movilizaciones y paros en contra de la apertura y los TLC, como la recordada rebelión de las ruanas del 2013.
Los reclamos también se expresaron en las urnas, donde más del 80% de los votantes del departamento eligieron en segunda vuelta la propuesta de Gustavo Petro, quien discursivamente se comprometió en campaña a renegociar los TLC, particularmente el que tenemos con Estados Unidos hace 10 años.
Es por esto que, son de enorme preocupación las últimas declaraciones de la Ministra de Agricultura, el Ministro de Comercio, Industria y Turismo y el embajador de Colombia en Estados Unidos quienes plantean públicamente que “no es interés del gobierno renegociar ningún TLC”. Continuar con el mismo modelo de apertura es condenar a muerte la poca producción nacional que queda, incluida la leche y la papa (principal cultivo transitorio del Departamento).
La experiencia ha demostrado que, por más progresista que se autodenomine un gobierno, sólo la organización y movilización social garantizarán que los derechos y demandas se materialicen. Es nuestro deber exigir al gobierno nacional y congresistas nariñenses, que se hicieron elegir con las banderas del cambio, que cumplan con el mandato dado.
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