Definitivamente, aun los que esperamos con ansiedad que se firme el acuerdo entre el Gobierno y las Farc —porque sería el principio de una nueva Colombia—, no podemos creer esta absurda afirmación del grupo guerrillero. Para mirar un poco de historia, la resucitada de las Farc a principios de los 80 y su inmediato fortalecimiento, se dio porque apareció el narcotráfico que se convirtió en una fuente de financiación exitosa. Han pasado 35 años en los cuales este negoció floreció, así como los recursos de quienes operaban esta actividad ilícita.
Solo al considerar esta declaración de las Farc, se puede llegar a la errónea conclusión de que el narcotráfico ha sido un pésimo negocio; por consiguiente, la primera aclaración necesaria para darle el beneficio de la duda a la guerrilla, sería entender cómo y por qué este flagelo continúa probablemente con muchos otros actores. Como la evidencia demuestra que esto no es cierto entonces solo quedan dos posibilidades frente al anuncio de las Farc: o dilapidaron los inmensos recursos que sin duda lograron con el negocio de las drogas, pero que les sirvió para armar un ejército que llegó a tener 22.000 hombres, mal alimentados, viviendo en cambuches y evitando su reproducción haciendo abortar a sus mujeres, muchas de ellas niñas; o la otra posibilidad es que no están diciendo la verdad con el fin de no perder sus fortunas reparando lo irreparable, los millones de víctimas de sus acciones.
Entonces el dinero de los negocios de drogas que han sido un karma para esta sociedad colombiana, ¿se quedaron en manos de jefes paras, quienes muchos de ellos están en cárceles de Estados Unidos? Sin duda, ese grupo aún tienen mucho que decir, y mucho que reparar al paso que van las denuncias. Algunas manzanas podridas de las Fuerza Militares también deben estar en la mira de este proceso de reparación, justicia y no repetición. Por decir lo menos.
Pero lo que las Farc tienen que entender es que declaraciones de esa naturaleza no se compensan con las lágrimas de Alape en Bojayá, ni con expresiones de satisfacción por los acuerdos logrados últimamente. El país ha recibido muy mal esas declaraciones que muestran varias cosas que ofenden al pueblo colombiano, especialmente a las víctimas de conflicto. Primero, subestiman la capacidad intelectual de los colombianos y aún peor, muestran su inmensa incapacidad de reconocer la parte del daño que durante años le hicieron a la sociedad colombiana especialmente la rural.
Una parte importante del país se está tragando sapos
en aras de abrir un nuevo capítulo en la historia de este país.
Pero todo tiene su límite
Que no se equivoquen las Farc. Una parte importante del país se está tragando sapos en aras de abrir un nuevo capítulo en la historia de este país. Pero todo tiene su límite. Declaraciones como las mencionadas producen sentimientos de reproche, de indignación y de dolor. Claro que todos debemos cambiar para lograr ese bien superior que es la paz pero ustedes no pueden seguir con afirmaciones que solo demuestran una profunda inconsistencia.
El país no quiere y más aún, no acepta mentiras ni piadosas ni de las otras, de nadie; mucho menos de un grupo guerrillero que le ha costado tanto al país, y al cual el país o parte de él, le ha concedido su generosidad. No pierdan el norte porque como dice Humberto de la Calle, “cuesta más retroceder que seguir en búsqueda del Acuerdo”. De hecho sigue siendo muy difícil acallar las voces de los que no creen en el proceso, entonces no le echen leña al fuego de los opositores a quienes realmente les gustaría más volver a la guerra. En eso no se equivoquen.
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